V., un amigo furibundamente españolista, que no unionista, me envía un enlace con la entrevista que la periodista del régimen Mònica Terribas realizó en febrero a Josep Borrell, el antiguo dirigente del PSOE, a cuenta de los dos artículos que publicó en
El País en los que al parecer (habla uno de oídas) ponía en solfa el famoso déficit fiscal argüido por los secesionistas casi como un mantra. V. cree que no existe tal déficit y que Borrell así lo demuestra. Después de ver la entrevista no estoy seguro que se pueda ser tan categórico y mucho menos que Borrell siquiera lo pretenda. Eso sí, lo más interesante para uno es constatar, una vez más, como ya se ha certificado hasta la saciedad a propósito de la prensa ultramontana madrileña, la falta de objetividad y neutralidad de los periodistas "nacionales" que, en el caso de la señora Terribas, una de las piezas clave en la adquisición de la hegemonía mediática del secesionismo, llega a resultar difícilmente tolerable porque a su partidismo se agrega un desconocimiento y una ignorancia difícilmente perdonables en quien se erige en promotor de opinión y portavoz. Todavía no es Hermann Tertsch pero está más cerca de Sáenz de Buruaga o de Jiménez Losantos que lo que muchos piensan por estos lares. No es extraño el menosprecio que por periodistas y medios de comunicación sienten tantos en este país (hablo de Catalunya y de España). A duras penas se salvan algunos columnistas independientes.
El fragmento de la entrevista (del cual, por cierto, pueden obviarse las escoradas valoraciones no sólo de mi amigo sino también de quien ha confeccionado el vídeo):
Uno de esos pocos que se salva es Manuel Vicent quien el otro día, a propósito de la furibunda "cacería" que se ha desatado en las "redes sociales" contra Raimon, tan dura que hasta destacados representantes del mundo secesionista como Muriel Casals, de Òmnium Cultural, han debido salir a defender, tibiamente eso sí, su derecho a discrepar,
señalaba acertadamente en
El País:
"En unas recientes declaraciones
Raimon ha tratado de matizar su postura frente a este proceso;
se ha declarado no independentista; ha analizado los argumentos a favor
y en contra, no por nada, más bien porque le gustaría probar primero
cómo está de sal esa cazuela de pasiones que hierve ahora. Ha sido
suficiente esta duda metódica, propia de un intelectual comprometido
consigo mismo, de un artista más allá de la política rudimentaria, para
que los talibanes de la independencia, en plena berrea de celo, se hayan
abatido sobre él bajo el amparo del anonimato de las redes sociales
para ensuciar una trayectoria intachable. Debe quedar claro que antes de
llegar a la política, primero se requiere una integridad moral, después
una libertad intelectual, luego una rebeldía social. Finalmente, se
podrá alcanzar o no la independencia, pero esta no se librará de la
miseria si está asentada en el fanatismo."
Pero escasean estas figuras en los creadores de opinión. Por ejemplo. En España parece haberse hecho el silencio más absoluto acerca de la sorprendente coincidencia en el relevo de los directores de los tres rotativos más vendidos en el Estado: con unas cuantas semanas de diferencia dimitieron, fueron cesados o cesaron, los directores de
El Mundo,
La Vanguardia y
El País. Poco ha leído uno respecto a semejante coincidencia...
Y por aquí, pues ¡qué decir!. Apenas se han hecho eco de la condena de 2 años de inhabilitación al ex-magistrado del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, Joaquin Ortiz por un delito de negociaciones y actividades prohibidas a funcionarios" y continua la
omertà más absoluta en torno al "caso
Cafèambllet" en la mayoría de los medios, especialmente en los dominantes en el ámbito secesionista: parece que tan sólo
El País y
El Periódico se hacían eco de la anulación de la condena que se les impuso por denunciar el expolio de la sanidad pública por parte de la Administración gobernante y la corrupción imperante en el sistema de gestión implantado.
¿Cómo va a haber un debate sereno sobre ventajas e inconvenientes de la secesión para los ciudadanos catalanes cuando las élites periodísticas han pasado de la objetiva alianza con quienes ejercen el poder en nuestras sociedades a la subjetiva y se han trocado en simples voceros irracionales de los lemas de los grupos dominantes?