30 de mayo de 2014

Crónica de la Nueva Edad (30/05/2014)


La representación electoral de las europeas no ha aportado demasiado al panorama de nuestras democracias administradas. Sí, puede apuntarse el avance de la ultraderecha en buena parte de Europa pero esto ni es nuevo, hace ya años que se está produciendo, ni es mucho más que epidérmico: la "revolución negra" no precisa de ningún resultado electoral espectacular para imponerse. Su expansión no se traduce automáticamente en resultados electorales y depende de la correlación de fuerzas entre las distintas clases o, peor, de los propósitos a corto y medio plazo de las élites dominantes si la desventaja de los dominados es evidente y manifiesta. Pongamos por caso que se precise una reestructuración radical de la producción porque la tasa de beneficio se está reduciendo a pasos agigantados: la opción totalitaria "negra" puede ser una buena manera de acelerarla a un menor coste. Parece claro que el peak oil, la crisis del crecimiento o algunas de las consecuencias del "cambio climático" pueden conducir más pronto que tarde a un escenario semejante pero, en cualquier caso, esta opción no dependerá de su auge en comicios del tipo que sean.

Por lo que hace al estado español, tal vez convendría no hacer una lectura demasiado precipitada: proclamar el fin del bipartidismo puede ser algo prematuro. Las elecciones europeas parecen tener una dinámica propia que no acostumbra a extrapolarse fácilmente a las generales aunque puedan marcar tendencias o puntos de inflexión. Con todo, para El País y El Mundo ése era el titular la noche electoral en sus ediciones digitales. El primero titulaba "Fuerte castigo a PP y PSOE" mientras que el segundo aseveraba "El bipartidismo se desmorona". La Vanguardia, que hace tiempo que parece haber frenado su apuesta secesionista, optaba por un frío pero bastante objetivo "El PP gana pálidamente, el PSOE capota y Esquerra encabeza Catalunya". Y luego, los demás - que parecen haber abandonado cualquier tentación informativa en detrimento de la puramente formativa - a lo suyo. La Razón titulaba "Rajoy gana tiempo para gestionar las autonómicas y municipales de 2015"; el diario secesionista Ara lo hacía con un "Missatge a Brussel·les: 'We want to vote'"; y el entrañable Vicent Partal ofrecía en su Vilaweb un emocionado "El sobiranisme, embalat cap al 9-N" ("El soberanismo, embalado hacie el 9-N"). Con todo, esta vez mi querido Partal se ha quedado corto ante el editorial del tabloide Libertad digital ante el que uno fue a parar más por el azar y Google que por otra cosa. Reproduzco un fragmento: "Las urnas han arrasado con los pronósticos y provocado una auténtica convulsión en el panorama político nacional: a la espectacular sangría electoral de los dos grandes partidos se une la impresionante emergencia de la extrema izquierda y del nacionalismo radical y filoterrorista. El escenario, ciertamente, es de pesadilla."

Ya dejando de lado su fina asociación entre ERC y el filoterrorismo, convendría no dejarse llevar por la histeria. Si uno está tan preocupado por esa "extrema izquierda" que sería Podemos y por el avance de los nacionalistas filoterroristas debería detenerse un momento a examinar el asunto. Por un lado, calificar al conglomerado de Pablo Iglesias de "extrema izquierda" es una preocupante muestra de indigencia intelectual. Que su populismo demagógico presuma de antisistémico no significa que lo sea en absoluto: su programa no comporta ninguna propuesta de ruptura con el modo de producción y distribución dominante; no es el programa del partido bolchevique, precisamente. Respecto al avance de los filoterroristas pues hombre... Veamos.

En las autonómicas del 2012 los partidos independentistas (CiU, ERC, i CUP) obtuvieron, en porcentaje, un 30,70% + 13,70% + 3,47% respectivamente: un total de un 47,87%. Los partidos  partidarios de celebrar la consulta pero que no son secesionistas (ICV) añadieron un 9,89%.

Total:
Los abiertamente secesionistas obtuvieron un 47,87%.
Los partidarios de la celebración de una consulta un 57,76%.

Por su lado, los partidos contrarios a la celebración de la consulta (PP, C's y UPyD) obtuvieron un 12,97% + 7,56% + 0,40% respectivamente: un total de un 22,39%. Los partidarios de mantener la unión con España pero que no se oponen a una consulta legal (PSC) añadieron un 14,43%.

Total:
Unionistas: 36,82%.

En las elecciones europeas:
Los secesionistas (ERC i CiU) obtienen, respectivamente, un 23,67% + 21,86%: un total de un 45,53%.

Los partidarios de celebrar la consulta (añádanse ICV y, con algunas cautelas, Podemos) obtendrían un 60,49%.

Total:
Los abiertamente secesionistas han obtenido un 45,53%.
Los partidarios de la celebración de una consulta un 60,49%.

Por su parte, los partidos unionistas (PSC, PP, C's y UPyD) obtienen, respectivamente, 14,28% + 9,80% + 6,28% + 1,29%: un total de un 31,65%.

Total:
Unionistas: 31,65%.

Como puede observarse, las variaciones respecto a las autonómicas del 2012 no son demaasiado significativas. El único dato relevante es el sorpasso de ERC a CiU que todavía ha de verse qué consecuencias implicará a medio plazo pues a corto plazo no habrá, probablemente, demasiados cambios.

Así pues, a los histéricos españolistas de Libertad Digital cabría recomendarles que lean con cautela, poco a poco y que tomen tila. No ha habido ningún cataclismo digno de tal nombre en la pieza teatral de las elecciones al Parlamento europeo que se ha representado esta semana pasada.