Excusatio non petita accusatio manifesta y si uno comienza señalando que siente muy poco aprecio cuando no un cierto desprecio, que en la intimidad cobra la forma que nos podemos imaginar a través de calificativos poco amables, por el señor Wert, ya está disculpándose de antemano por lo que sabe que no será bien recibido y juzgado por algunos lectores de este cuaderno que hacen del dogmatismo izquierdista su credo. Mas la verdad es la verdad dígala Agamenón o su porquero.
Hay un aspecto al menos de la LOMCE que a uno le parece importante y beneficioso para los docentes en general. La mayor parte de la ley aporta muy poco y lo que añade casi siempre es perjudicial pero no es, tampoco, únicamente un conglomerado regresivo y plenamente reaccionario como algunos proclaman. En realidad, no es más que una LOE (ley "progresista" del gobierno Zapatero para quienes lo desconozcan) pasada por el clero en ciertos aspectos y sumamente enmarañada, innecesaria por complicada, que no compleja. Ahora, si sus logros son mínimos no será para resaltar los de la nefasta LOGSE. ¿Se la podían haber ahorrado? Sí. ¿Habría que volver a seguir desarrollando la LOGSE? Jamás.
Así pues, quede claro: ni a uno le agrada el señor Wert, ni su política educativa, ni mucho menos la LOMCE. Pero no le gusta tampoco, en absoluto, la LOGSE.
Ahora bien, que en la LOMCE se conceda la condición de "autoridad pública" al profesorado es una buena noticia que no tiene nada que ver con los estereotipos de los cuales la izquierda "realmente existente" y, sobre todo, sus pontífices universitarios se sirven y que se condensan en la habitual y cretina afirmación de que "quieren convertir a los profesores en policías" (!). El elemento crucial, si uno se toma la molestia de leer la ley, es que el profesor "en el ejercicio de sus funciones" (por tanto no en cualquier caso, sino en el desempeño de su trabajo docente) en caso de conflicto tendrá la "presunción de veracidad" en sus actuaciones. Y eso es clave pues, por fin, pone límites a la indefensión en la que los docentes nos encontramos desde hace años sometidos al juicio a veces ignorante, a veces malintencionado, de padres y alumnos.
Un ejemplo de esta mejora que supone la LOMCE la tuvo uno ayer mismo. En una de las redes sociales en las que está presente el sindicato, hubo de hacer frente con toda la flema y educación de la que fue capaz a los improperios de un padre que ha promovido, desde la AMPA del centro en el que estudia su hijo, un expediente contra un profesor. El caso es que la administración, a instancias de la dirección y la inspección y jaleada por los padres, tomó la medida de suspender de empleo y sueldo ya hace más de dos meses al "presunto" infractor sin resolver el expediente que, a día de hoy, sigue abierto. Esa vulneración del principio de inocencia, esa tropelía, no hubiera podido cometerse tan impunemente con la LOMCE en vigor: hubieran debido "probar" sus afirmaciones. No se trata de que no tengan razón, ni de puro y simple corporativismo: se trata de que demuestren sus acusaciones según el procedimiento administrativamente instituido al respecto para garantizar los derechos del trabajador, en este caso del docente. Lo demás es linchamiento moral.
P.S: para más "inri", si uno visita la página en la red social del padre comprobará que se trata de un exquisito representante de la progresía en boga que reclama derechos por doquier (como el credo progresista ordena) pero se los niega a quien considera que no se los merece. Dicho sea de paso, el docente acusado es también, al parecer, una persona de conocidos principios progresistas...