El otro día, en una comida antes de una asamblea, uno recordó la figura de Wolfgang Harich, un teórico marxista de la extinta DDR del que pocos se acuerdan. Simplificando, la tesis que le convirtió, aparte de su participación en actividades disidentes, en un intelectual
non grato en su país y, en general, en el panorama del pensamiento marxista de los setenta, fue que la sociedad comunista no sería, jamás, una sociedad de la abundancia, sino más bien una sociedad de la carestía, de la limitación, de la moderación. En
¿Comunismo sin crecimiento? desarrolló esta afirmación que rompía con la premisa teleológica del "de cada cual según sus posibilidades y a cada cuál según sus necesidades" que presidía la rama dominante de la doctrina marxista.
Hoy día, cuando las izquierdas y derechas realmente existentes nos intentan someter a la estéril dilemática austeridad/crecimiento no estaría de más, como ejercicio literario y terapéutico, releer a Harich que, por cierto, tampoco era un ecologista banal al uso: no es por una deificación de lo "natural" que pone límites a las posibilidades productivas.
Mi amigo Xavier, en su
Blog, recupera más ampliamente su figura en una reflexión no exenta de sentido del humor. Escribe Xavier:
"Harich
llegó para desencantarnos. Para despertarnos del sueño dogmático
particular en que más de uno anduvimos en otros tiempos. Se atrevió a
decirnos que eso del progreso
indefinido acaso fuera una quimera; que el
modo de producción socialista quizás fuera más justo que el capitalista, pero
no necesariamente más productivo; y que la ubérrima sociedad prometida no iba a
ser posible porque, entre otras minucias, los recursos naturales no eran ilimitados. Y el creciente
nivel de consumo aconsejaba empezar a pensar con urgencia en una
racionalización de su uso y explotación. Y la única solución a todo eso pasaba por el comunismo y acababla en él.
Salta
a la vista que no podía ser demasiado popular.Ni más allá ni más acá
del muro; ni en los setenta ni mucho
después. Como alemán oriental que era, le tocó pasar una larga
temporada en el correccional. Ni Ulbricht ni Hoenecker eran tipos que se
anduvieran con demasiadas contemplaciones. Aquí, la
izquierda simplemente le ignoró:
conais pas!
Tampoco hoy
en día Harich está de moda. Era un marxista serio, lo cual ya es de por
sí un inconveniente insoslayable. Y además tirando a pesimista. Un
cenizo, vamos."