"¡Griten de entre el polvo, desde bajo las piedras,
desde las arenas, desde las llamaradas, desde las columnas de humo,
es vuestra savia y sangre, la médula de vuestro hueso!
¡Alcen la voz , griten con fuerza!
¡Griten desde las entrañas de las fieras del bosque, desde los peces del río
que los devoraron! Griten desde los hornos crematorios, hombres, mujeres y niños.
¡Yo quiero un escándalo, yo quiero un clamor dolorido, quiero escuchar vuestra voz!
¡Grita pueblo judío asesinado! ¡Deja que estalle tu grito! […]
Vengan todos, de Treblinka, de Sobibor, de Auschwitz;
Vengan de Belzhitz, de Ponar, de todo lados; vengan
De entre musgos podridos, desde los pantanos, desde las profundas ciénagas,
Vengan con ojos desorbitados, con gritos congelados y sin voz. […]
Déjense ver, muéstrense ante mí, vengan, vengan;
Quiero verlos a todos, quiero mirarlos, quiero
Echar una mirada muda sobre mi pueblo asesinado,
Y voy a cantar… Sí… ¡tomo el violín y canto!" (
El canto del pueblo judío asesinado, Canto I, trad. de Eliahu Toker, p19-21)