El viernes falleció Leonard Nimoy, Mr. Spock. Una figura tan importante en el imaginario de uno, junto al capitán Kirk y el Enterprise, como lo podrán ser Albertine, Mr. Charlus y Combray, que se han incorporado estos últimos meses, o la familia Buendía y Macondo, Ada, Van Veen y Ardis Hall y tantos otros que lo han ido poblando desde hace muchos años. De hecho, es anterior a casi todos ellos. Uno de los más antiguos, junto a Tarzán y Zuanthrol de Edgar Rice Burroughs. Procede de aquellas tardes de domingo de La conquista del espacio y, especialmente, del episodio "Miri" en que el Enterprise responde a una llamada de auxilio procedente de un planeta que resulta exactamente igual a la antigua Tierra, a la que tratan de volver desde hace años los intrépidos tripulantes, y en cuyas desiertas ciudades sólo quedan, como únicos habitantes, niños enfermos y en estado salvaje. Luego llegarían las películas, el culto... pero aquel capítulo, que fue uno de los primeros videos que obtuve de la Comunidad con la primera conexión de "banda ancha" (?) comprada a mediados de los noventa, junto a La luna de Bertolucci, se incorporó a mi memoria espectacular y allí se quedó. McCoy, Kirk, Spock, Miri y aquella Tierra desolada convivieron desde entonces con la multitud de imágenes procedentes del panteón canónico de ese arte que jamás ha podido reducirse al consumo de masas pero sin ofrecerse como miembros de una clase inferior: eran ciudadanos de pleno derecho de la República Imaginaria.
Por cierto, haciéndose honor a sí mismo como personaje, su último tweet, pocos días antes de su muerte, ejemplifica uno de los rasgos distintivos de la "sociedad del espectáculo" tal como uno la está pensando estos días: la erosión de los límites entre actor y espectador. Escribió Nimoy "A life is like a garden. Perfect moments can be had, but not preserved, except in memory. LLAP". LLAP: Long Live and Prosper, el saludo vulcaniano...