8 de febrero de 2014

Crónica de la Nueva Edad (08/02/2014)


Días sin querer escribir sobre los nuevos tiempos en Catalunya para no perder el empeño de la equidistancia. Uno ha debido padecer la agobiante presión de algunos fanáticos intransigentes que han abrazado la causa patriótica con el mejor espíritu negro. La tentación de identificar secesionismo con fascismo ha sobrevolado toda la semana mas, aunque es cierto que no hay fascismo sin nacionalismo y, especialmente, sin su versión más estúpida, el patriotismo, también es verdad que no todos los nacionalistas y/o patriotas son fascistas como me han recordado y demostrado otros secesionistas estos días. Con todo, la línea de separación es muy fina: los impacientes que creen tocar el cielo con la punta de sus dedos parecen dispuestos a todo con tal de conseguir su sueño y cuando uno dice "a todo" es "a todo", incluso a romper amistades, lealtades y afectos sacrificándolos en el altar de la patria catalana.

Afortunadamente hay otros secesionistas que demuestran, realmente, que les mueve su consideración hacia las personas y no hacia patrias o ideas y que si creen en la independencia de Catalunya es porque creen que mejorará su vida y las de las personas de su entorno.