22 de junio de 2012
Afinidad social e insuficiencias del marxismo
La "afinidad social" entre ladrones, violadores, asesinos o sociópatas y el proletariado que la doctrina marxista desplegó abundantemente durante el siglo XX, encontrando apoyo - hay que decirlo - en el propio Marx, se resiste a desaparecer como principio de los breviarios de los profesionales de la revolución pero también de la difusa mezcolanza de estructuración de la realidad social que practica la izquierda realmente existente. El lema: "los presos a la calle", así, en absoluto, sin matices, todavía es asumido por muchos.
Si el marxismo muestra su eficacia en la vertiente de describir con más coherencia que otros entramados teóricos la mayor cantidad de acontecimientos de los que actualmente dominan la escena europea, ello no debe hacer olvidar, cara a la deducción de consecuencias éticas y políticas de esa pertinencia, algunos presupuestos que, con el tiempo, se han mostrado - cuanto menos - insatisfactorios.
No cabe extenderse mucho ni argumentar demasiado. Un ejemplo puede servir como metáfora de esta insuficiencia: tiene uno sus dudas, y todos deberíamos tenerlas incluidos los de "presos a la calle" y los de "la prisión debe regenerar y no debe ser un castigo" de que José Bretón (linchado públicamente por la desaparición de sus dos hijos pero, no obstante, imputado por este cargo) sea socialmente más afín a uno que Emilio Botín.
Eso para no hablar de los centenares de maridos que han asesinado a sus esposas en los últimos años... ¿Son los practicantes de la violencia de género más socialmente afines a uno que mis detestados Sabina o Zapatero? Pues uno no lo tiene claro...