Después de varios días de caceroladas cada vez más numerosas, ayer y hoy la protesta parece perder fuerza en Barcelona. La "mayoría silenciosa" no se ve reflejada en la toma de la plaza por los "antisistema" y el secuestro de las reivindicaciones por los sesentayochistas y progres de todo pelaje.
Hoy, según me han explicado -estoy enfermo-, la plaza ya está absolutamente tomada por los revolucionarios de siempre, es decir, por los actuales conservadores, por los dinosaurios de una extrema izquierda que se resiste a abandonar sus dogmas a la espera de sobrevivir, como la Iglesia, dos mil años en la fe de los sucesores de Marx que no del pobre Marx.
Sin haber alcanzado la masa crítica, la reducción de la protesta al radicalismo dogmático no nos llevará más allá de la vuelta de la esquina cuando muchos esperan algo más...