Dos días convirtiendo la versión inicial del poema sobre Karadzic en un artefacto métricamente modelado. Para acomodarlo a una de las líneas en las que uno ha estado trabajando más o menos estos últimos tiempos, el uso de la forma como terapia contra el abuso del tropo y como soporte de la narratividad, llevo muchas horas convirtiendo los versos iniciales en endecasílabos y ahí estoy todavía. Prescindo de acentos, rima y ritmo secuenciado. Tan sólo métrica perversa o deficientemente (vaya a gustos) utilizada. La tarea no es fácil. Es también una manera de negar la escritura inicial y trocarla, aún más, en construcción. A ver si acabo hoy.