Al menos Fichte es consciente de que la educación es, sobre todo, un "arte" (p239) y que el objetivo de cualquier proceso formativo no es otro que el de la producción de un individuo terminado, algo de lo que la mayor parte de la pedagogía contemporánea abomina pese a que sigue estando en su propio fundamento: "Toda formación aspira a la creación de un ser firme, perseverante y resuelto, que no se transforme, sino que sea y que no pueda ser de otra forma de la que es. Si no aspirara a tal ser, no sería formación, sino un juego ocioso; sino hubiera producido tal ser, la formación no estaría aún terminada" (p245).
Así cuando la escuela activa y, sobre todo, las pedagogías de la libertad se envuelven en una retórica de la emancipación interminable no dejan de dar por supuesto este acabamiento logrado por la educación. Por ejemplo, cuando Paulo Freire afirma que "La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación", no está formulando un proyecto en el cual los hombres, inacabados, puedan rehúsar la "permanente liberación" en el ejercicio de su libertad o incluso rechazarla: la educación del oprimido "produce" un "ser firme, perseverante y resuelto" en su constante liberación.
En este sentido, la negación del proyecto "productivo", modelizador, selectivo y conclusivo de la educación - al menos en Occidente - ¿no sería una actitud ingenua bajo la cual se volvería a colar con nuevos ropajes, como lo hará siempre, la educación "antigua" que se proclama suprimida?
¿No será que el objetivo de la conclusión es inseparable de la educación y que la "Nueva Educación" y la
escuela nueva e innovadora que con ella se emparenta, se engaña y engaña cuando hace bandera de una libertad aparentemente indeterminada pero, de hecho, determinada como mínimo por la imposibilidad de su negación?
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