Con todo, ir más allá del ecosistema educativo escolar pone en riesgo
la eficiencia del concepto. Se puede poner en juego el curriculum, la
evaluación, la dinámica entre profesores y alumnos, entre alumnos, los
recursos de la institución concreta, su misma arquitectónica y buscar en
esos campos la dialéctica entre lo expuesto y lo escondido pero
conforme la descripción se va alejando y pone rumbo a complejos que
exceden su magnitud cada vez se arriesga más a perder su valor teórico:
si abandonamos la cercanía del fenómeno educativo en su sentido más
estricto y nos encaminamos hacia su sentido más general y "analizamos"
(es un decir...) su relación con los sistemas sociales estatales, con
sus conflictos y mecanismos de construcción, mantenimiento y
modificación o, más allá, con los internacionales o con civilizaciones,
clases sociales, géneros, etnias, etc. la puerta a la pura especulación
arbitraria se abre de par en par. El modelo teórico que se apoya en el
"curriculum oculto" se ensancha y se ve obligado, por el cambio de
perspectiva, a incluir en su ámbito cualquier nueva
recepción de un estímulo exterior: debe confundir el aprendizaje en
general con la instrucción o la adquisición de conocimientos
transmitidos y es entonces cuando puede construirse tranquilamente esa
"ocultación" conspiranoica a la que es tan dada la izquierda romántica. Con ella se retuerce la legítima interrogación sobre lo
no-dicho para ser aplastada por las afirmaciones de una narración totalizadora que deja atrás
cualquier pregunta y trueca la crítica en dogmática.
Así, al integrar
series de estados de cosas, cosas y discursos heterogéneos en un
batiburrillo planetario acaba describiendo hechos como la distancia
física, necesaria, lógica y casi se diría universal, la imprescindible
diferenciación jerárquica simbólica y material entre docente y alumno, entre el que
sabe y el que no sabe, entre el que expone y el que escucha, tan
inextirpable como la que debe existir entre padres e hijjos, en términos
de opresión, ejercicio de poder, robotización, alienación, etc. Sucede un poco lo mismo que le ha
sucedido a esos lectores
fast food del postestructuralismo que
han acabado confundiendo la investigación foucaultiana de las
condiciones "trascendentales" mediante las cuales un saber se convierte
en ciencia con sus condiciones empíricas: que han acabado haciendo un
cocido de pescado. Explicar que del hecho de que el maestro explique qué
es un eje de coordenadas mientras el alumno atiende en silencio sentado
en su pupitre se sigue que estamos ante una situación asimétrica
diseñada socialmente para castrar la creatividad de los niños a fin de
minimizar los riesgos de subversión del orden social existente es un
desvarío impertinente. Como esa cita atribuida a Freud, "a veces en un
sueño una serpiente sólo es una serpiente", a veces en la escuela que
los alumnos estén "recluidos" en un aula y no dispongan de un espacio
tan amplio como el del profesor tiene que ver con esos requisitos sin
los cuales no hay transmisión posible de conocimientos: a saber, que sin
alguien que sabe y otros que no, sin un ambiente silencioso y sin que
el espacio no sea desmesuradamente extenso y por tanto no pueda haber
treinta mesas de igual tamaño que la del profesor aunque sólo sea por
aspectos tales como la consecución de unos niveles adecuados de
temperatura o acústica, no hay proceso de enseñanza real.
Para concluir. En la
modesta opinión de uno esa "parte oculta" en el sentido de no declarada,
no patente, no abiertamente mostrada ni accesible como dato primero y
casi se podría decir inmediato, no es una variable trivial en la
reflexión sobre la enseñanza en particular y sobre la educación en
general tanto para aquellos que la piensan en calidad de proceso
necesario para la conservación y reproducción del orden social vigente
como para los que la consideran como instrumento de su transformación.
No obstante, no añade mucho, por no decir nada, al diagnóstico del
problema del fracaso escolar o los resultados de las evaluaciones
estandarizadas internacionalmente de los sistemas educativos de los
diferentes estados. Y añade demasiado hasta saturar cuando en su ámbito
de acción se incluyen elementos que guardan una relación más mediada,
una relación secundaria en localidad, frecuencia e intensidad, con el
"hecho" educativo.
P.S: claro que también Gregorio podría pensar, y no sólo está en su derecho sino que quizás no esté tan desencaminado, que en el empeño por continuar utilizando el "curriculum oculto" aunque sea con mesura y, si fuera posible, buen sentido, subyace el atavismo de un aprendizaje de Marx y Freud que persiste en esa memoria tan despreciada por los románticos izquierdistas...
Interpretar un currículum ocult sembla possible, el problema és la dificultat ara mateix de demostrar tal existència. O molta mediocritat o molta mala llet, o les dues coses alhora. El temps ens ho dirà.
ResponderEliminarO la inevitabilidad de que cualquier acción excluye otras: si una posibilidad acaba dándose finalmente es porque otras no se dan.
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