17 de diciembre de 2015

"La escuela contra el mundo" (I)



De Gregorio Luri ya hace años que uno sigue su "Café de Ocata".  Le ha escuchado en conferencias, debates y coloquios y leído muchas de sus colaboraciones en la prensa pero lo cierto es que todavía no había leído La escuela contra el mundo, que va camino de convertirse en un clásico (va por la 5ª edición en catalán) y que por su estilo, la calidad de su argumentación y su brillantez expositiva se lo merecería. Luri escribe magníficamente: es claro, directo y plástico sin renunciar a los matices y las distinciones. Un logro difícil de conseguir para todos aquellos de nosotros educados filosóficamente en la tradición continental y, por tanto, inclinados a perdernos en las exigencias retóricas del detalle hasta ocultar el nudo del problema planteado y sus posibles soluciones. Como desconozco al dedillo su trayectoria no sé si es fruto de una singular y exitosa adopción de la tradición anglosajona, bien de una excelente comprensión de la visión ensayística de un Ortega o, simplemente, un hábito adquirido a fuerza de pisar cada día un aula durante muchos años. En cualquier caso, tanto su habilidad, como su talento literario y filosófico, convierten las más de trescientas páginas del libro en una lectura amena, placentera y estimulante. Pero no sólo eso, sino también en una lectura recomendable y pertinente si se quiere reflexionar sobre la educación. Su empeño en argumentar, en aportar datos, ejemplos y contrajemplos, en describir y explicar de forma limpia sin necesidad de acudir a esas marañas incomprensibles de conceptos "desterritorializados" (como les gusta decir, abusando de un Deleuze que apenas entienden, a tantos pedagogos ineptos), incita realmente al pensamamiento, al diálogo y al fomento de ese ánimo crítico que poco tiene que ver, dicho sea de paso, con el "pensamiento crítico" que se propone como objetivo educativo en los programas de la mayoría de los partidos políticos.

De todas formas, las loas siempre deberían tener ese contrapunto que permita obtener un rédito efectivo de esa invitación al pensamiento y al debate. Así, hay muchos aspectos en los que uno se rinde a la fuerza de la argumentación de Luri gustosamente. Otros en los que más que rendición se debe hablar de acuerdo o confluencia. Pero también unos pocos en los que hay alguna discrepancia y en los que valdría la pena detenerse para hacer honor a esta invitación a pensar aunque aquí y ahora tan sólo puede uno consignar un breve apunte.

Dejo de lado la distinta valoración que nos merece a ambos el ex-conseller Maragall sobre la que ya discutimos hace unos años con ocasión de una comida-coloquio organizada por el sindicato a la que fue invitado. En aquellos tiempos parecía que estábamos más lejanos (habla uno, simplificando, de la organización como un todo por mor de la brevedad) cuando en realidad nos separaba un problema de lenguaje excepto en el juicio radicalmente opuesto sobre este personajillo inculto e incompetente que detentó por demasiados meses la titularidad del Departament d'Educació. Ahora que recuerdo, en el asunto de los buenos y malos docentes y la conveniencia o no de una evaluación del profesorado la distancia no era meramente lingüística, de código: un sindicato ha de asumir acríticamente la defensa de la competencia e integridad del colectivo al que defiende puesto que ya desde otras instancias, como se ha demostrado en los últimos años, lloverán las agresiones, mistificaciones y manipulaciones diversas e interesadas. Gregorio creía, y supongo que todavía cree, que debe haber un control de la calidad del profesorado y animó al sindicato a aceptarlo encontrándose con un unánime rechazo. De todas maneras, era un problema "topológico": en el tablero de juego de las condiciones laborales del profesorado estábamos en posiciones distantes y en planos diferentes entre los que no había apenas comunicación posible.

Retomando el hilo. Entre esos escasos temas en los que uno discrepa de las afirmaciones de Luri el que más me interesaría anotar es el de la existencia o no de un "currículum oculto" en los sistemas educativos occidentales. Luri, si lo he entendido bien, o no cree en la pertinencia de este concepto o, como mucho, considera que interpreta erróneamente una serie de estados de cosas que podrían no tener la significación ideológica que desde la izquierda radical, la sociología de la educación dominante o la posmodernidad se les atribuye.

4 comentarios:

  1. Bon judici del llibre i de l'excepcional autor del mateix. Tot és interpretable, però en el gran gruix en Luri exposa fets més que olioses interpetacions.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivament. I això és un dels aspectes pels quals aquest és un gran llibre. Perquè parla d'educació: parla. I ho fa amb arguments, fets i opinions valuoses perquè no són meres improvisacions, ni ocurrències. En l'horitzó de la reflexió pedagògica on hi ha tantíssima xerrameca i tantíssima pretesa teoria buida i artificiosa les seves anàlisi són un cop d'aire pur.

      Eliminar
  2. Gracias, Jorge. Un día os explicaré cómo surgió el libro y entenderéis algunas cosas. Hoy los puntos en los que os mostráis legítimamente críticos son exactamente los mismos que yo reescribirla de otra forma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno más que legítimamente críticos lo que sucede es que tu libro es una magnífica invitación a pensar sobre la educación más allá de paparruchas y tópicos y, como siempre, cuando uno se situan el marco de la reflexión acaba generando matizaciones en su afán por describir cuantos más hechos mejor. Por ello la crítica es, únicamente, al menos en mi caso, una pequeña contribución a partir de un suelo que me parece cada vez más compartido y que sin tu trabajo de trazado, delimitación y cultivo, seguramente hubiera quedado en las nubes de la dialéctica ingeniosa.

      Eliminar