Aun sin suscribir afirmaciones como "La idea de España no nos fascina, pero no nos repugna" el artículo de
Isabel Coixet en El País del 11 de septiembre resume bastante aproximadamente la situación en la que se hallan quienes no profesan creencias nacionalistas en la Catalunya de hoy día. La citaba ayer Xavier y uno piensa que su texto es de lo más reseñable de un día en el que todos, todos, los amigos secesionistas de fuera de Barcelona que uno todavía conserva - esperemos que por muchos años aunque algún nubarrón pesimista se dibuje en el horizonte - vinieron con su familia al completo (incluido en un caso futuros yernos) para celebrar la Diada y contribuyeron a la enésima demostración de capacidad de movilización de los secesionistas pero recordándole a uno, salvando las distancias, por supuesto, viejos tiempos que creía perdidos en la memoria. Cada vez más uno siente menos entusiasmo por las exhibiciones de masas ni siquiera compartiendo buena parte - o la mayoría - de sus motivos y reivindicaciones: le traen recuerdos de otros tiempos ya olvidados...
A pesar de que, para ser fieles a la verdad, hubo otro detalle quizás más interesante que el texto de Coixet. Cuando por la tarde los grupos de vecinos de Gràcia volvían de la "V", ufanos la mayoría, fatigados y ausentes algunos, uno se encontró ante una réplica independentista de William Wallace,
Braveheart: con la bandera a modo de capa de superhéroe anudada al cuello, un señor de unos sesenta años, pelo canoso y formas poco atléticas, lucía una
estelada pintada en la cara con la estrella blanca cubriendo nariz y párpados, el azul en la frente y las mejillas rojas y amarillas que gritaba con desbordante, y casi contagiosa, energía "¡
In-inde-indepèn-ci-a!" entre las palmas y risas de su familia. Estaba preparado para la batalla...
Por cierto,
Xavier planteaba una pregunta que, en el fondo, a uno le suscita sospechas incluso si, como cree, el secesionismo está entreabriendo la ventana temporal de su posibilidad histórica contemporánea y continua teniendo opciones pese a los errores estratégicos de bulto y la adversa coyuntura internacional: "Cierto que se aduce la
prohibición de un referéndum que, como en Escocia, por ejemplo, resolviera el
tema de un plumazo. Un error sistémico español del que se ha nutrido el independentismo. Pero
también lo es que las últimas encuestas conceden a todo el independentismo –la
lista de Mas y las CUP-, como mucho, una exigua mayoría absoluta, mucho menor, en cualquier
caso, que la actual CIU+ERC+CUP. Y más cierto aún que, más allá de la legalidad
vigente y de la actitud
del
gobierno
español, considerar que un 40% de los votos pueda legitimar una
declaración de
independencia, insinúa unos déficits de sentido democrático, acaso desde
siempre
latentes, cada día más manifiestos. Podría uno entonces preguntarse
ingenuamente por qué, si ahora tienen más mayoría que la que tendrán
después del 27-S, no declaran ya unilateralmente la independencia." Mejor oportunidad que ahora, en su lógica cortoplacista, parecen no tenerla. ¿A qué esperan?