7 de septiembre de 2015

Crónica de la Nueva Edad (07/09/2015)


Abundando en lo escrito antesdeayer, el déficit moral que aqueja a la estrategia actual del secesionismo se apoya, entre otras piezas (que irían desde las propias de cualquier ideología nacionalista hasta las derivadas de las construcciones "literarias" o las dinámicas históricas concretas recientes y más antiguas por citar algunas), en una arquitectura maestra bidireccional. Hacia el "exterior", hacia España y los españoles, se sustenta en un agravio irrecuperable histórico y, especialmente, contemporáneo, actual: no se les dejó celebrar un referéndum legal. Así pues, los secesionistas no se consideran ligados ni legal ni moralmente por un ordenamiento que vulneró el principio democrático e impidió su consulta. Respecto al "interior" en una acusada autoindulgencia característica del movimiento desde sus inicios: no es la "mejor solución" pero ya habrá tiempo, cuando se redacte la Constitución catalana, de validar, con calma y sin la intromisión de España - nada se dice de los medios "nacionales" - el acto de ruptura en una referendo posterior que se realizará en una especie de paraíso democrático del que ahora se carece. Más o menos este artefacto es el que arguyó un amigo secesionista ante las objeciones que uno realizó al respecto: una mezcla del "Y tú más" y de esta "Situación excepcional que ya se regularizará" ¿Peligros? No vio ninguno ¿Tentaciones antidemocráticas? Menos todavía: "Som un poble de tradició democràtica, no com Espanya" ("Somos un pueblo de tradición democrática, no como España").

P.S: Por cierto, a propósito de las observaciones críticas de otro amigo secesionista respecto a la reflexión citada, un matiz. El déficit moral no se refiere a los individuos concretos (que pueden o no estar aquejados de esa carencia o de otras muchas o de menos), ni tan sólo al nacionalismo catalán per se (aunque cabe dudar de si no es extensible a cualquier nacionalismo incluido el catalán) sino a la dirección estratégica tomada por el movimiento secesionista. Aquí radica este déficit.

P.S (II): Uno de los inconvenientes de la actual situación en Catalunya es que las posibilidades inscritas en cualquier texto de ser malinterpretado (o interpretado en una orientación distinta a la pretendida "voluntariamente") se multiplican exponencialmente y sus consecuencias también. Mis conocidos secesionistas se quejan de que uno no es nacionalista, los españolistas de que estas líneas son siempre tibias y equívocas... Dan ganas, en ocasiones, de callarse.