23 de enero de 2013

Crónica de la Nueva Edad (23/01/2013)


Día "histórico" para los secesionistas. Para uno, francamente, no demasiado. Con todo, sí que no ha podido evitar una cierta satisfacción por la cara que se les ha puesto a todos aquellos que interpretaron, malévola o estúpidamente, los resultados de las elecciones catalanas como un "no" a la Catalunya independiente y un "sí" a España. Es una nueva muestra de que algunos, más allá del Ebro, no entienden nada de nada.

Las algo alicaídas masas independentistas han recibido una bocanada de aire puro con la Declaración del Parlament aunque no haya sido con la mayoría impresionante que esperaban. Pero como bien dijo Oriol Junqueras, el líder de ERC (un político coherente y, moralmente, creo que más fiable que Artur Mas), es suficiente "la mitad más uno". Así pues, continúa el envite y me temo que las cosas se encaminan hacia el nefasto curso que uno vaticinó como más probable a tenor de lo que se está viendo.

En este sentido, me resulta doloroso ver cómo personas a las que aprecio y con las que comparto lucha sindical y horas de sinsabores y esfuerzos suprimen su juicio crítico y clausuran el valor de la individualidad cuando hablan del "poble català". Supongo que me pasaría lo mismo si estuviera en España. Conviene no engañarse al respecto. Pero, igualmente, me resulta triste. Mi aprecio por ellos no tiene que ver con su nacionalidad, ni con su lengua, ni tampoco con su opción política. Tiene más que ver con actitudes, conductas, contactos, roce... Y quiero seguir creyendo que este sentimiento es recíproco y que no me consideran un "españolista" por desdeñar las formas laicas del "opio del pueblo". Mas hay momentos en que uno piensa que más que una esperanza es una pasión inútil...