Cuando hace
unos días uno se quejaba de sí mismo por preferir a la moralidad -o moralina- encarnada por un Guardiola al que admira, el teatro, la provocación o el mal gusto de Mourinho, se refería a algo parecido a lo que Manuel Vicent loa en
El País de este sábado pasado en su artículo "El fútbol puede ser una moral":
"En la educación anglosajona las reglas del deporte, el
fair play, se aplican luego a la vida, a la moral, a la política, a la sociedad, como forma de controlar el gen de la agresividad y del juego sucio. Pep Guardiola tiene un sentido anglosajón del fútbol como escuela de moral pública y de regeneración de los palcos de honor, donde suelen repantigarse una cuerda de mafiosos."
Bien, pues el fútbol "no debería ser una moral". Debe ser un juego y es un espectáculo. ¿Lo demás?... Poca formación filosófica y mucha astracanada. Uno se reafirma en lo que dijo.