Por fin lee uno en El País, que se distinguió durante años por su sectarismo pro-LOGSE y la falta de voces críticas para con el enanismo intelectual de la pedagogía dominante, un análisis que reconoce el dominio que sobre la política educativa de este país han tenido las rancias facultades de Pedagogía y los voceros.
Asimismo, el periódico recoge algo que muchos profesores de este país, concretamente los que están afiliados al sindicato en el que trabaja uno, saben desde hace años: las posturas respecto a la educación no son isomórficas con las tomas de posición políticas:
"Todos estos debates han ido calando en la sociedad en general, y en los padres, en particular, sedimentándose de maneras muy diversas que reflejan el verdadero problema político: cuando varias personas reclaman una buena educación para sus hijos pueden estar pidiendo cosas muy distintas. Se puede estar pidiendo esa vuelta al modelo tradicional, ya que el actual no tiene 'ningún nivel de exigencia'. O que la escuela transmita a sus hijos los valores y actitudes de buenos ciudadanos. O que, más que valores, permita una integración exitosa de sus hijos en la sociedad.
La primera es una 'posición patriarcal' y la segunda, 'clientelar', y la tercera, liberal, según los sociólogos del colectivo IOÉ expresan en su trabajo Posiciones y expectativas de las familias en relación al sistema educativo. El año pasado se sentaron a escuchar a varios grupos de padres y con los resultados, han llegado a esas etiquetas que no responden fácilmente a divisiones políticas. Hay una cuarta postura, la instituyente, que habla de formar a 'profesionales felices' en función de sus intereses, aunque no todos sepan 'hacer raíces cuadradas o redactar muy bien'”.
Con todo, el adjetivo "patriarcal" tiene unas connotaciones negativas que uno no puede aceptar así como así: creer en el modelo de educación pública ilustrado y europeo no es más "patriarcal" que optar por el modelo Summerhill. Por otro lado, se puede ser de izquierdas -como la mayor parte del electorado al cual representa nuestro sindicato- y creer en este modelo educativo, asociado tradicionalmente a las opciones conservadoras, mientras que se puede ser de derechas y creer en esa pedagogía aun llamada "progresista" que perpetúa las desigualdades e impide el ascenso social.