19 de noviembre de 2011

Perejaume (y III)


Porque es impostura, pura retórica pero de la mala, de la ornamental, del afeite sofístico que Platón detestaba, clamar por una obra sin autoría. Si quieres dar la palabra a las cosas y darla sin secuestrarla a mayor gloria de un autor y su rúbrica, Perejaume, no firmes el libro, no lo publiques en una editorial. Escríbelo, anónimamente y distribúyelo, por ejemplo, por la red sin dejar huellas. Todo lo demás es palabrería hueca:

"Així com, la paraula Catroc o la paraula Petanta o la paraula Balandrau, el so que diuen és el seu propi nom, voldria saber portar les paraules que m'ho demanessin a un text sense títol ni rúbrica, un text tot ell nom, de cap a cap nom, com una sola rúbrica llarguíssima i plena de giragonses, perquè el text no fos res ni fos de ningú"

¡"De ningú"!. Y sin derechos de autor tampoco, claro y quedando "rigorosament prohibida sense autorització escrita de l'editor qualsevol forma de reproducció, distribució, comunicació pública o transformació d'aquesta obra". ¡Ay Perejaume lo que han hecho con tu obra que no querías que fuera tuya sino obra de la misma obra de la palabra y la cosa! Es el problema de la retórica: que su abuso a veces lleva a momentos absurdos.

Sin embargo, el desmelene retórico de los dos últimos libros, excesivo, no empaña el esplendor de los tres primeros. Sólo por ellos Pagèsiques es una obra formidable y los prejuicios de uno han sido barridos por la escritura de Perejaume. Será un arribista, un oportunista, un fatuo, lo que quieran, pero este libro es enorme y eso es lo que cuenta para uno, hoy.