Porque es impostura, pura retórica pero de la mala, de la ornamental, del afeite sofístico que Platón detestaba, clamar por una obra sin autoría. Si quieres dar la palabra a las cosas y darla sin secuestrarla a mayor gloria de un autor y su rúbrica, Perejaume, no firmes el libro, no lo publiques en una editorial. Escríbelo, anónimamente y distribúyelo, por ejemplo, por la red sin dejar huellas. Todo lo demás es palabrería hueca:
"Així com, la paraula
Catroc o la paraula
Petanta o la paraula
Balandrau, el so que diuen és el seu propi nom, voldria saber portar les paraules que m'ho demanessin a un text sense títol ni rúbrica, un text tot ell nom, de cap a cap nom, com una sola rúbrica llarguíssima i plena de giragonses, perquè el text no fos res ni fos de ningú"
¡"De ningú"!. Y sin derechos de autor tampoco, claro y quedando "rigorosament prohibida sense autorització escrita de l'editor qualsevol forma de reproducció, distribució, comunicació pública o transformació d'aquesta obra". ¡Ay Perejaume lo que han hecho con tu obra que no querías que fuera tuya sino obra de la misma obra de la palabra y la cosa! Es el problema de la retórica: que su abuso a veces lleva a momentos absurdos.
Sin embargo, el desmelene retórico de los dos últimos libros, excesivo, no empaña el esplendor de los tres primeros. Sólo por ellos
Pagèsiques es una obra formidable y los prejuicios de uno han sido barridos por la escritura de Perejaume. Será un arribista, un oportunista, un fatuo, lo que quieran, pero este libro es enorme y eso es lo que cuenta para uno, hoy.