Para uno, la equidistancia es un trabajo racional, un esfuerzo de reescritura de lo casi inmediato, de lo que aparece como primario y primero, natural y que, obviamente, no lo es aunque lo parezca. Mantenerla hoy en Catalunya, tras la exhibición de desmesura de las Fuerzas de Seguridad del Estado y su utilización por parte de los secesionistas, es difícil. La emoción dicta un rechazo absoluto a la represión estúpida y ampara la tentación de volver a ver la situación en términos simplistas, "tomando partido" en un juego perverso en cuyo diseño es difícil aceptar que uno haya intervenido de algún modo y en el cual, desde luego, no desea participar. Las justificaciones pueden acudir en masa para rebajar: que se trata de fenómenos aislados, que la resistencia pasiva no lo ha sido tanto, que si la ley, que si los equidistantes
Mossos, que si... Pero el hecho "crudo" es que poner en circulación miles de policías y guardias civiles para restablecer "el imperio de la ley" en una segunda parte de la butifarrada del 9 de noviembre, tiene más de imperial que de ley. Que los grupos más radicalizados de ambas partes buscan el cadáver que inclinaría, de un golpe, la balanza, es algo de lo que estoy persuadido. Pero también de que el gobierno español ha puesto en bandeja esta posibilidad haciendo gala de una ineptitud colosal. Su responsabilidad, y su falta de inteligencia, es casi indiscutible.
Ttalmente de acuerdo, pero hoy lo que también me resulta agobiante y creo en el fondo criminal es el "buenismo" la falsa inocencia que muestran los partidarios del procés. Lo de ayer es impresentable, pero era completamente previsible por buscado
ResponderEliminarObviamente Jordi. Si uno reflexiona con un poco de sentido común puede ver esa "falsa inocencia" y esa previsibilidad buscada. De hecho el "procés" está siendo muy ilustrativo respecto a las falsas conciencias y las mistificaciones descritas por Marx y, también, al doble lenguaje orwelliano.
EliminarEs realmente preocupante ver la situación que hay actualmente en Cataluña, más desde la distancia como es en mi casa. La premisa irrefutable y baluarte de la sociedad catalana era el respeto que existía entre aquellos que no compartían los mismos principios o ideales (políticos, idiomáticos, culturales...). Pero no sé si ese pilar sigue tan inquebrantable o si sus fisuras son más que evidentes debido a los golpes que está recibiendo por diversas partes.
ResponderEliminarAy Manuel. La representación de ese "oasis catalán" tenía los pies de barro. Había muchos factores que lo sostenían precariamente en pie pero tres de ellos saltaron por los aires en los últimos años a partir de la crisis:
Eliminar- la clase política catalana que protagonizó la transición fue relevada y los que accedieron a los puestos de responsabilidad no respetaron los acuerdos tácitos y los consensos implícitos sobre los que se sustentaba el juego político por aquí;
- la Catalunya rural ha acabado subsumiendo y consumiendo a la Catalunya urbana;
- la izquierda ha sido presa de la tesis leninista de que las luchas por las "liberaciones nacionales" son instrínsecamente buenas para la causa revolucionaria y para el progreso y ha dejado a su suerte los valores ilustrados.
Hay más mucho más pero en fin...