Desde el domingo a uno le domina la postración intelectual. Una reflexión desapasionada sobre las consecuencias de la aplicación del 155, la inevitable campaña de desobediencia civil que se vaticina, las medidas coercitivas que serán seguro poco graduales, la apuesta por el "todo o nada" en la seguridad que será "todo" en la que se han instalado mis amigos y conocidos secesionistas, la soberbia y la ignorancia que parecen dominar entre las élites políticas españolas también convencidas de su particular "todo"... esos aspectos, y otros que no vienen al caso, dibujan ese escenario que hace cinco años, cuando comencé la "
Crónica de la Nueva Edad", se aparecía como el más previsible: el enfrentamiento violento entre los secesionistas y el estado español. Un enfrentamiento de baja intensidad al principio pero que, tiene uno la convicción, acabará derivando en algo peor posteriormente. Hay mucho aspirante a intelectual y a revolucionario entusiasmado con este panorama. Mejor para ellos. A quien esto escribe, por contra, este horizonte le resulta desmoralizante. Este largo episodio cada vez sugiere con más fuerza la posibilidad de que haya algo así como una "condición humana", de muy largo aliento, inmune a la racionalidad, la concordia, el diálogo y el reconocimiento de la diferencia, refractaria a cualquier tipo de mejora o progreso. Algo preocupante para quien ha mantenido posiciones relativistas e historicistas buena parte de su vida. Mas, sobre todo, emocionalmente hablando, deprimente.
Pues mejor tomar aire, porque a pesar del entusiasmo de medios que piensan que el tema ya ha acabado, yo lo veo más a la manera de Churchill, esto no ha sido el fin, ni tan solo el principio del fin, sino simplemente el fin del principio
ResponderEliminarMucha salud
Vamos que nos vamos! Efectivamente, esto no ha hecho más que empezar. Que no se confíen ni españolistas ni secesionistas. Que esto va para largo...
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