22 de octubre de 2017

Observaciones críticas

Ya hace tiempo que los secesionistas que pasaban por aquí dejaron de hacerlo o, cuanto menos, renunciaron a hacerme llegar sus observaciones por correo. Supongo que a partir de que con la tergiversación que realizaron de las "plebiscitarias" del 27-S de 2015 y la aprobación poco edificante de las leyes de transitoriedad y del referéndum, uno dejó de reconocerles preferencia moral alguna respecto a los partidarios del mantenimiento del statu quo, los pocos que todavía aterrizaban por esta página casualmente o debido a los vínculos amistosos que mantenemos, resolvieron ausentarse definitivamente. La prueba: ningún comentario ni crítico ni elogioso sobre mis aseveraciones pese a que, finalmente, los habilité.

El problema es que tampoco muchos antisecesionistas están cómodos con estas reflexiones y también están abdicando de la posibilidad de dialogar críticamente (eso suponiendo que los argumentos y valoraciones que sostiene uno en este hiperlugar tengan suficiente relevancia, lo cual es mucho suponer). Total, que estas palabras cada vez más se pierden en la inmensidad de lo desdeñable. No obstante, uno de mis más apreciados amigos antisecesionistas ha tenido a bien enviarme una carta con sus opiniones acerca de algunas afirmaciones que he realizado que dejo a continuación a fin de ilusionarme con la idea de que alguien todavía cree que vale la pena objetar y discutir con quien escribe. Gracias Alberto por tomarte la molestia de poner por escrito tus discrepancias y por esa valentía que exhibes en un entorno tan hostil a tu esfuerzo por mantener la libertad de pensamiento.

"Amigo Jorge,

Leo de cuando en cuando tu blog, porque aprendo mucho leyéndote y porque te aprecio mucho. Ello me permite hoy manifestarte alguna perplejidad o desacuerdo ante lo que dices sobre el tema de Cataluña, concretamente sobre la prisión decretada a los Jordis.

Me ha sorprendido que afirmes que “los jueces deben sopesar cuidadosamente las consecuencias de sus decisiones”. Sin duda te asiste la razón en cuanto este es el deber de cualquier persona. Sin embargo, un juez, en el ejercicio de su función, debe aplicar la ley caiga quien caiga, por decirlo coloquialmente. Naturalmente debe considerar también las consecuencias, pero ello no puede ser determinante. Hay un margen a la hora de decidir, porque un juez no actúa por aplicación automática, tiene que valorar muchos factores, puede equivocarse al apreciar un delito, etc. También es cierto que el juez tiene su talante, sus fobias, sus prejuicios y su ideología (de cerrar España o de la p... España, según tiempos y lugares...), y que en este caso puede dejarse llevar por el hartazgo que muchos (todos?) arrastramos de tener que tragarse cada día todo lo del “procés”… o del actual “mambo” que sufrimos.  Pero pienso que en cualquier caso este margen es o debiera ser muy estrecho. Acreditado y caracterizado el delito, un juez debe decretar la pena que le corresponde, y ello no puede depender de si se crea o no “alarma social”.   Puede ser dudoso o discutible que hubiera delito, y error a la hora de tipificarlo con objetividad, pero si juzga que hay delito el deber del juez es aplicar la pena. Tanto más cuanto en un país democrático- y España sin duda lo es- existen todas las garantías jurídicas y la posibilidad de recurrir. En este caso concreto más que alarma hay indignación, y mucha, que les viene muy bien, todo hay que decirlo, porque no buscan solucionar conflictos con el Estado sino crearlos hasta que sea forzosa la desconexión que desean. Es pues munición que se les da a quienes buscan desesperadamente acreditar la mentira interesada del “Estado opresor”, el déficit democrático, etc.  Pero el hecho mismo de esta sentencia puede verse como una prueba del buen funcionamiento de la justicia y de la real separación de poderes. La “fina línea” de la separación quizá es fina, pero existe, y normalmente funciona. En este caso ha funcionado. Porque no creo que en la Moncloa se hayan alegrado nada de este suplemento de excitación en Cataluña.  Añado que si lees el auto judicial verás que está muy bien motivado, según opinión también de gente muy experta. Algunos ven exageración. Es posible… Es la cuestión del margen. Dura lex, sed lex.

Me alargo demasiado, pero quiero decirte que tampoco estoy de acuerdo con que “el estado español no se merece conservar Catalunya”. No fotem! Es tu opinión, claro, que respeto, y puedo entender el motivo, pero debo decir que también me sorprende. Lo tomo como una exageración tuya o una figura retórica. Entiendo que se pueda decir eso en ciertos contextos, si consideramos temas aislados, aunque quizá frecuentes. ¡Pero no fotem! Quizá el Estado español no se merezca Catalunya, pero puestos a calibrar méritos tampoco nosotros mereceríamos más que el odio y antipatías que hemos provocado en los últimos años. No digo practicado (presumían de sonrisas…), sino provocado de hecho. ¡No fotem! Me temo que diciendo y difundiendo cosas así también se da munición al secesionismo. Y bueno, ya sabes, uno no es en absoluto secesionista… Nos merezca o no el Estado español, no veo posible la secesión ni la deseo. Creo que no será una realidad, aunque puede pasar de todo durante el mambo que nos hacen bailar…hasta que nos impongan la sardana.  Me viene a la mente aquella frase de un torero (el Guerra, creo): “Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible” que en su gracejo entiendo como algo más que una tautología. Pues eso.
 Una de las tristes cosas que constato, sin hablar ya ahora de tu frase, claro, es que estamos llenos de chistes, sarcasmos, ironías, “pensamientos” con chispa y exageraciones que con la excusa del “buen humor”, del “postureo” o de exhibir equidistancia, y con la ayuda de las TV y los twits y los WhatsApp, difunden la trivialidad, el pensamiento plano… y en nuestra tierra nutren a menudo el desprecio a todo lo español. Entiendo que el humor es buena cosa, pero llega un momento que se convierte en pura evasión y los hay que lo utilizan para no tener que comprometerse con nada y poder gustar a todo el mundo. Y uno, aunque sea bastante cobarde y demasiado entrado en años, y en ocasiones un cínico, se siente interiormente comprometido cuando llegan cosas tan serias que me roban el sosiego, el equilibrio interior ya muy frágil. Y, sobre todo, sobre todo, el futuro de mis hijos y hasta la alegría de entenderme con ellos sin más problemas que los normales.

No sé si el Estado español merece Catalunya, pero pienso que Catalunya no tiene nada que ganar promoviendo la aversión a lo español. Catalunya debería preservar, promover, merecer la buena relación con el resto de España. Fue un hecho hasta hace unos años, cuando Catalunya era admirada, envidiada, aun con brotes de catalanofobia aquí y allá. Ahora lo hemos destrozado todo.  ¿Se han vuelto locos nuestros mesías? Tendrían que ir al psiquiatra para que les equilibren sus filias y fobias y les canten aquello que ellos hacen cantar al pueblo: “enradera aquesta gent, tan ufana i tan superba”. Y tan irresponsables. A uno le duele que no haya más “esprit de finesse” y acierto en la política de Madrid, pero lo perdona y hasta lo excusa en nombre del fracaso y castigo que merecen nuestros condotieri… ¡Uno quiere que fracasen! Espero les caiga algún día encima el castigo y que la justicia considere -ahora si- el mal que han causado y el que harán todavía.  Son los primeros culpables -no únicos, pero si los más notorios- de la penosa situación a que estamos llegando.

Aquí termino. Tú sabrás comprender mi exceso verbal, producto de la tristeza y cabreo que siento, felizmente superadas todavía por tu amistad y la confianza que te tengo.

Un saludo cordial a tu familia, y un fuerte abrazo para ti.

Alberto"


Aprecio sus argumentos y tomo en consideración su crítica. En el nivel privado y emocional ya le he respondido. En cuanto pueda, reposadamente, intentaré replicar aquello que crea que puede o debe ser replicado. Quizás poco o nada, quizás mucho. Hay que pensar un poco antes de escribir.

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