El último eco de la llegada de Ferran Fernández y el contrato con Baile del Sol en agosto fue la interrupción de la, en algunos momentos, notable novela de Jaume Cabré,
Jo confesso, para leer a Transtörmer, por un lado y, por otro, la reanudación del proyecto de concluir la versión catalana de
Del Tercer Reich que Robert Veciana había emprendido y culminado el verano anterior y que uno había sido incapaz de retomar.
Un par de semanas de calma en las molestias gástricas ayudaron a que pudiera releer la versión de Robert. Pues de eso se trataba. Más que de traducir de preparar una versión: de ajustarse a la lengua a la que debía ser vertido el texto y, al tiempo, revisar y corregir errores e imprecisiones pero no por purismo, ni tampoco por metafísicos aspectos semánticos intraducibles sino más bien por singularidades rítmicas y sintácticas que diferencian lo suficiente el catalán del castellano como para modificar sustancialmente, por ejemplo, la versificación. Y, también, porque con los años uno ha descubierto algún que otro error en la bibliografía utilizada en su momento y matizado alguno de sus pronunciamientos aunque no las tesis principales, lamentablemente...
Un inciso respecto a la distinción entre versión y traducción por lo que hace al aspecto lingüístico, uno no cree en absoluto ni en la versión fuerte de la hipótesis Shapir-Whorf ni en la extensión del principio de la indeterminación radical de la traducción propuesto por Quine a cualesquiera lenguas efectivamente existentes. Que cada lengua, incluso cada uso concreto de un idioma por un hablante, transmita una determinada ontología o
Weltanschauung singular, específica, como parece desprenderse de las afirmaciones de Shapir y Whorf lo desmienten tanto las agrupaciones culturales más amplias, como la que podría englobarse bajo el concepto "Metafísica Occidental", una ontología que recorre decenas de idiomas y cientos de años, como aquellas más reducidas, por ejemplo culturas primitivas como los dowayo de Nigel Barley o los argonautas de Malinowski, que han mostrado cómo pueden encontrarse comunidades objetivas pese a la distancia cultural y lingüística y comunicarse, algo que, dicho sea de paso, los lectores de Quine más toscos y relativistas hubieran considerado "ficticio", improbable.
Así pues, sólo por musicalidad, por ritmo y sintaxis, y por la necesidad de actualizar, no se trataba de una pura traducción sino de una nueva versión.
Su revisión y corrección me ocupó hasta la última semana de agosto. Luego, hace poco más de quince días, nos encontramos para ponernos de acuerdo acerca de algunas divergencias (Robert casi siempre llevaba razón, cómo no) y concluimos la versión al catalán de
Del III Reich (sí, un tímido cambio en el título). En breve comenzará su periplo editorial que esperemos termine pronto.
Gracias Robert.