25 de septiembre de 2013

Crónica de la Nueva Edad (25/09/2013)


El mismo día uno recibe dos correos, el primero de un amigo y el segundo de un aparentemente amable lector que, luego comprobé, parece que en realidad no tenía demasiada intención de iniciar diálogo alguno. Ambos inequívocamente secesionistas, le han obligado a uno a tener bien presente que la equidistancia no es una posición dada de una vez por todas, sino que es un trabajo interminable que debe estar presidido por la autocrítica y que, pese a todo, aunque uno intente no alinearse los demás ya le alinean.

Empiezo por el primero de los dos que coincide con el de la persona más próxima

J. me comenta que tiene la impresión de que últimamente mis hasta ahora "habitualmente razonables y ecuánimes críticas" al auge "negro" de los nacionalismos se están cebando con el lado secesionista y olvidando el riesgo del "agresivo nacionalismo español".

Como aprecio a J. y mis escasas simpatías por los secesionistas son muy semejantes a las que profeso por unionistas y españolistas, me detengo en lo que algunos nacionalistas catalanes moderados (e incluso algunos secesionistas) han juzgado como un síntoma de que las cosas podrían estar cambiando en España. Se refiere uno a las declaraciones de Esperanza Aguirre. Hablo de tercera mano porque, de momento, respeto la severa dieta que sigo respecto a los medios. Con todo, si no estoy mal informado, aparte de la "catalanización de España", se retiene de Espe el acento que pone en llamar a las cosas por su nombre (el "derecho a decidir" es, en realidad, el "derecho a la secesión", ¡ya era hora1) y en su modelo de Estado, un modelo que apuesta por acabar con las autonomías y reconocer sólo las nacionalidades históricas.

Esta parte de su discurso gusta no sólo a los nacionalistas y secesionistas sino también a todos aquellos que, como uno, pueden llegar a juzgar algo más sensato un estado federal compuesto por cuatro naciones libremente asociadas (España, Galicia, Catalunya y Euskadi) que el modelo actual.

Ahora bien. Si los unionistas no deben hacerse ilusiones acerca de las repercusiones de los recientes varapalos de las instituciones comunitarias, creo que los nacionalistas harían mal en creer que, en realidad, se esté abriendo paso una "tercera vía" en la concepción del estado espñol. En todo caso, esa vía hace decenios que existe y ha sido, casi siempre, tozudamente minoritaria. Debo dar la razón a J. La otra bestia "negra" está, de momento agazapada pero en cualquier momento puede saltar al encuentro de la que está rugiendo por estos pagos.

Y nos pillará en medio...