9 de septiembre de 2013

Antonio Orihuela, David González, Xavier Jové y "Las vidas de las imágenes"


En la génesis, parto y próxima entrada en la vida pública de Las vidas de las imágenes, además del autor, el editor y las personas a las que amo y que, sorprendentemente, en mayor o menor medida me corresponden, tres poetas que han pasado por estas notas en otras ocasiones han intervenido y lohan hecho posible. Cronológicamente, David González, Antonio Orihuela y Xavier Jové.

David González fue el primero en leer una primera redacción incompleta del manuscrito en la primavera de 2005 tras haber aceptado participar en la construcción de uno de los poemas ("La trilogía de la caballería") en el verano del año anterior, cuando el proyecto comenzó a gestarse. Escribió su texto el mes de octubre. Entonces, del libro apenas había más que una serie de títulos, unos versos y un par de poemas descuidadamente escritos y fueron sus líneas, que llegaron de inmediato y le cogieron a uno por sorpresa, las que me forzaron a envolverlo y a dedicarle las horas de insomnio que menudearon durante más de seis meses hasta concluirse.

Antonio Orihuela se prestó a escribir el prólogo del libro a principios de 2009, cuando tras más de tres años en la nevera, salió del cajón para una nueva lectura-reescritura. Cuando en abril di por finalizada la tarea, sus páginas, excelentes desde su título ("Esta guerra de la mente que vamos perdiendo"), ya me esperaban y cerraron definitivamente la incesante posibilidad de nuevas adiciones, revisiones, correcciones y reentonaciones maniáticas que siempre florecen, como el moho, alrededor del texto sin publicar.

Xavier Jové, finalmente, fue en parte el gran responsable de que Las vidas de las imágenes vea la luz. Cuando entre 2009 y 2010 la rueda de presentaciones a concursos se saldó con sólo dos finales (el "Leonor" y el "Ciudad de Mérida") y llegó la hora de buscar editorial Xavi me sugirió, entusiásticamente, "Luces de Gálibo" por el cuidado que ponía en sus ediciones ofreciéndose, además, como intermediario para hacerle llegar el manuscrito a Ferran Fernández aun sin haber leído el texto. Fuera por confianza en la escritura de uno, generosidad o simple amistad, así lo hizo. Lo demás ya está...