1 de octubre de 2010

1 de octubre de 2010: unas compras aprovechando el cobro del salario


A menudo, ver la nómina ingresada en el banco recuerda a aquellos días de infancia en que los padres te daban algo de dinero por sorpresa, inopinadamente, para que lo despilfarraras por una vez. Esto ocurre últimamente con mucha frecuencia. Las cantidades se evaporan con tal rapidez que el único día en que parece que realmente vendas -mejor, malvendas- tu fuerza de trabajo y no la regales sea ese en el que en la pantalla del ordenador aparece la cifra exacta de tu retribución. En esos instantes pareces retroceder a aquellos años y piensas en lo que podrías hacer con ese dinero. Cinco días después ya no hay nada en qué pensar al respecto.

Como estaba muy reciente el aniversario de la muerte de mi padre hace un par de días he aprovechado un rapto de retroceso temporal para ir de librerías y perder un par de horas entre fetiches literarios. Al final el presupuesto no dio para mucho más que dos libros que deseaba desde hacía algún tiempo: una edición completa de bolsillo muy asequible de los cuatro volúmenes de El Don apacible de Shólokhov cuya adquisición llevaba posponiendo varios meses y un ejemplar de El viento de la Gehena de José Antonio Martínez Muñoz que hacía tiempo que busqué y que, por no encontrarlo en su momento, olvidé.

Como un niño con zapatos nuevos.
Tengo lecturas nuevas, tengo lecturas nuevas, tengo lecturas nuevas...