De la misma antología que me deparó uno de los
peores poemas que he tenido el disgusto de leer pueden extraerse, sin embargo, para compensar, pequeños tesoros como uno de John Betjeman que dejo en la traducción de Matías Serra Bradford:
EN UNA CASA DE TÉ DE BATH
"No hablemos, hagámoslo por el amor que nos tenemos-
Tomémonos de las manos y curioseemos."
Ella, una mujer pequeña y muy ordinaria;
él un cretino colosal;
pero los dos, por un momento, apenas más abajo que los ángeles
en ese rinconcito de la casa de té.
(
La isla tuerta, p49)