Hace unos meses, asustado por su paulatina pérdida de hegemonía entre el profesorado y los medios de comunicación, el
lobby pedagogista capitaneado por los sindicatos y grupos más comprometidos con el "negocio educativo" -CCOO, algunos de los STES o la nefasta Asociación "Rosa Sensat", por ejemplo- publicó un lamentable panfleto autocalificado como "Manifiesto pedagógico" con el título "No es verdad".
Perfecto ejemplo de lo que Pérez Reverte describió como la "arrogante impunidad... ausencia de autocrítica y... cateta contumacia" de quienes se empecinan en negar su objetiva alianza con los intereses de las patronales educativas privadas y las políticas neoliberales de los sucesivos gobiernos y se reafirman en la necesidad de ir aún más lejos en sus propuestas, ha merecido una espléndida respuesta de Ricardo Moreno Castillo (autor del
Panfleto antipedagógico). El artículo se llama "
No es verdad que no sea verdad": una soberbia bofetada en las sonrosadas mejillas de la pija corrección política.
Lástima que el dogmatismo pedagógico eclesial de esta izquierda "realmente existente" no reciba más a menudo una sonora serie de hostias.