Rememoración dejó de existir como tal hace un par de meses tras las observaciones que Agustín Calvo Galán y Esther realizaron respecto a la pertinencia del título. Sus lecturas, además, me persuadieron de la conveniencia de repensar el libro en su conjunto así como algunos detalles: de revisar la propia "primera versión". Ayer por la tarde, en una plaza del Sol tranquila al principio y ruidosa al final, Eduardo Moga tuvo la paciencia de destripar uno a uno los poemas contenidos en él y de soportar estoicamente el aspecto de nuestras insólitas figuras detenidas ante unos papeles, lápiz en mano, en un espacio de cervezas, galanteos, músculos tatuados, faldas cortas y charlas veloces. Los analizó cuidadosa y pacientemente, sopesó y valoró con su habitual eficiencia crítica aciertos y errores y aconsejó con buen gusto y prudencia. En este tránsito hacia otras formas de escritura poética en el que uno se embarcó hace algún tiempo no podría haber encontrado quien cumpliera mejor con ese virgiliano papel. Gracias Eduardo.
Al libro que se llamó Rememoración le queda, todavía, bastante camino. Afortunadamente, no hay prisa...
Sobre la relació entre art i vida
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Hace 2 semanas
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