El miércoles uno volvió a la Universitat de Barcelona. Hace algo más de un año, invitado por Xavier Jové, el motivo fue una conferencia sobre la sentencia de Adorno acerca de Auschwitz que acabó dando como fruto el artículo
"Poesía después de Auschwitz: provocación e intempestividad" publicado en "Cuadernos Hispanoamericanos". En aquella ocasión el formato original era una charla-coloquio de la que, para desgracia de los asistentes, hubo poco. Esta vez la invitación corrió a cargo de Virginia Trueba, profesora titular de Filología Hispánica que, en el marco de su curso "Poesía contemporánea española de los s. XX y XXI", pensó que sería una buena idea que hablara con sus alumnos acerca de "
mi" poesía y "la" poesía". Lo de "mi" poesía, como siempre, le provocó a uno el habitual acceso de vergüenza y modestia, sea falsa o no, que hizo que prefiriera orientar la charla hacia "la" poesía. Cuando quedamos para centrar el objeto de la intervención se me ocurrió proponerle como título "Poesía y verdad en el debate contemporáneo" y con semejante enunciado a punto estuvo de volver a suceder lo mismo: llevaba unos días trabajando en un artículo sobre "Literatura y verdad" así que cuando aparecí por el aula el riesgo de una larga conferencia planeó por mi ánimo como el espíritu de Yahvé por las aguas en el
Génesis. Afortunadamente, quizás porque el público era menor (los estudiantes del curso y la propia Virginia), conseguí tener en cuenta a los destinatarios y acabar en menos de una hora la exposición y dejar otra hora para el intercambio de ideas, impresiones o pareceres, que resultó muy estimulante. Con Virginia Trueba, la discusión se centró en el papel de la verdad en la poesía. A las tesis que propuse planteó pertinentes objeciones provenientes, en buena parte, del acervo de su formación filológica que me ayudaron a perfilar algunos de mis argumentos pero también me han obligado a buscar otros más sólidos. En esas estaremos en los próximos días, supongo. Con los alumnos, las conversaciones bajaron de las alturas de la teoría y tuvieron que ver mucho con
Contra Visconti. Especialmente, Sergi y Mireia, que hacen un trabajo sobre el libro, vieron en él aspectos sobre los que no había reflexionado en absoluto además de ofrecer alguna hipótesis sugerente, y difícilmente discutible, sobre vínculos con otros textos canónicos. Fue una tarde intensa y placentera: es lo que ocurre cuando uno vive la poesía como un eremita.
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