Anoche los informativos de Mediaset contraponían el caos y las refriegas en la Barcelona de la "podemita" Colau con la visita del estadista Rivera a Venezuela. La segunda seguía sin transición a la noticia acerca de la primera. El típico y elemental ejemplo de contraposición por yuxtaposición. Si había de hacerse caso a la descripción de la cadena, la ciudad condal vivía asediada por okupas y manteros y envuelta en un ambiente insurreccional al que únicamente le faltaba el condimento secesionista. Un aderezo que, según los supremacistas españolistas ocultos tras "falsa equidistancia y la ciudadanía del mundo", es el fruto exclusivo de la provocación de la "caverna", tal y como describía ayer, en opinión de uno acertadamente aunque seguro que sería incluido en esta categoría, la agitadora y paniaguada Empar Moliner refiriéndose, entre otros, al paternalismo à la PRISA-Mediaset.
Uno ha de reconocer que de la algarada intensa del martes ni se enteró. El ruido del helicóptero policial que rondó Gràcia durante tres horas era lejano y lo atribuí al dispositivo de seguridad por la celebración del triunfo copero del Barça. A menos de trescientos metros de casa tuvieron lugar los "violentos incidentes" que sumieron a la ciudad en la anarquía pero lo cierto es que por allí se debieron concentrar porque seguimos viviendo bajo el orden administrativo habitual sin apercibirnos de esta subversión generalizada que amenazó la vida de las gentes de bien barcelonesas. Molesto por otra exhibición más de ese "nuevo periodismo" estilo Cintora (o Cantora pues la distancia es mínima), ese periodismo "comprometido", y manipulador, que renuncia a cualquier intento de objetividad y neutralidad, cambié de canal y justo entonces apareció de nuevo el helicóptero por las inmediaciones. Esta vez volaba muy bajo, a pocos metros por encima de nuestras cabezas y se percibía claramente el batir de las aspas y el olor a carburante. Uno se empeñó, como buen viejo conservador que sería considerado a causa de su creciente escepticismo - ya no añado "burgués" porque ateniendo a mis escasas pertenencias y posesiones sería más bien un "desclasado" -, en seguir disfrutando de una ensalada con queso de cabra y mango y un buen Mencía del Bierzo pero al final el pathos del antiguo aprendiz de "profesional de la revolución" venido a menos y el deseo de espectáculo pudo más y bajé a ver el desarrollo de la insurrección.
Sin saber qué relatarían los "periodistas comprometidos" de Mediaset pronto cualquier sentimiento de culpabilidad por no haber prestado atención a los "feroces" disturbios del día anterior se desvaneció. De hecho, la crónica de lo ocurrido ayer según El País no coincide con lo que uno vio. Pocos enfrentamientos, por no decir ninguno, fuera de la sucursal del "banco expropiado" y sus inmediaciones; el habitual juego del gato y el ratón entre las "lecheras" policiales, con el helicóptero haciendo prácticas de aproximación (algún mosso debía estarse preparando para el examen de piloto), y grupúsculos de aprendices de "profesionales de la revolución" entrenándose para la "futura hora de la verdad" yendo y viniendo y, sobre todo, hablando; algún "cacerolero solitario" (como el "llanero"); expresiones de desagrado de un par de vecinos por el exceso de medios policiales en el barrio y poco más. Visto desapasionadamente, algo a medio camino entre el esperpento y lo cómico pero, en cualquier caso, insignificante tanto desde la perspectiva revolucionaria como de las "fuerzas del orden". Visto lo que narran hoy y la presencia de algunos medios a media mañana por el barrio (la productora Atlas - asociada a Mediaset - y TV3 - poco sospechosa de simpatía hacia los "podemitas") debe uno poner en tela de juicio la dimensión de los incidentes. Tengo la impresión de que en esta última década y media los ha habido más violentos y generalizados en este mismo barrio.
Dista uno de sentir simpatía por las "fuerzas de seguridad" y menos cuando ve las furgonetas pertrechadas para el combate urbano de la "Brigada movil" aunque ha arrinconado los resabios románticos ramplones de una sociedad sin vigilancia donde "to er mundo es güeno" y reconoce que, en determinadas circunstancias, algún tipo de policía no sólo es conveniente sino necesario. Tampoco le entusiasma la conversión del movimiento okupa en un modus vivendi de jóvenes que no precisan del trabajo para su sustento y que aplican su método indiscriminadamente pero ha de reconocer que no le desagrada la "expropiación" de una sucursal vacía de una entidad bancaria. Así pues creo estar en esa "falsa equidistancia" que le permite a uno considerarse un espectador más o menos objetivo y, por tanto, rechazar la versión de los "periodistas comprometidos": los titulares y el tiempo dedicado a los sucesos en las cadenas de Mediaset tienen todo el aspecto de una campaña de acoso a los "podemitas" con fines electorales.
Debo discrepar: Barcelona no yace envuelta en las llamas de la subversión...
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