Mostrando entradas con la etiqueta Virginia Trueba. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Virginia Trueba. Mostrar todas las entradas

1 de noviembre de 2017

"Literatura sin esencia" y Clàudia en Lübeck

Aprovechando esta "retirada" de la actualidad debe uno agradecer a Virginia Trueba el prólogo que ha escrito al ensayo que Viktor Gómez se ofreció a publicar en Amargord y que ya tiene en sus manos. El texto de Virginia lleva por sugerente título "La respuesta como la desgracia de la pregunta" y cumple a la perfección el double-bind deconstructivo: es una incitación a la lectura de las reflexiones que uno ha articulado sobre la naturaleza de la Literatura en los últimos años (o más bien sobre la falta de esa naturaleza propia e intransferible) y, al tiempo, una acertada invitación a la crítica de algunos aspectos de las afirmaciones, preguntas y propuestas allí. El ensayo lleva por título Literatura sin esencia (exploraciones en Teoría Literaria) y verá la luz en la primavera del año que viene.

Y ensancha este alejamiento saber que Clàudia, que está presentando un trabajo en una sede del Max Planck en Plön, visitará estos días la Buddenbrookhaus de Lübeck, la mansión familiar de los Mann que Thomas retrató en su famosa novela que se ha convertido en museo dedicado a su obra y la de su hermano Heinrich. Hablando anoche con ella, la posibilidad de comprar un billete y pasar el fin de semana contemplando un fetiche de ese burgués y ficticio mundo humanista y cosmopolita encarnado por el autor de La montaña mágica, me pareció mucho más que una mera inconsciente proyección libidinal o una ignorada cosificación: me pareció una auténtica muestra de eticidad universal.

23 de mayo de 2016

Y, de nuevo, en la Universidad de Barcelona


El miércoles uno volvió a la Universitat de Barcelona. Hace algo más de un año, invitado por Xavier Jové, el motivo fue una conferencia sobre la sentencia de Adorno acerca de Auschwitz que acabó dando como fruto el artículo "Poesía después de Auschwitz: provocación e intempestividad" publicado en "Cuadernos Hispanoamericanos". En aquella ocasión el formato original era una charla-coloquio de la que, para desgracia de los asistentes, hubo poco. Esta vez la invitación corrió a cargo de Virginia Trueba, profesora titular de Filología Hispánica que, en el marco de su curso "Poesía contemporánea española de los s. XX y XXI", pensó que sería una buena idea que hablara con sus alumnos acerca de "mi" poesía y "la" poesía". Lo de "mi" poesía, como siempre, le provocó a uno el habitual acceso de vergüenza y modestia, sea falsa o no, que hizo que prefiriera orientar la charla hacia "la" poesía. Cuando quedamos para centrar el objeto de la intervención se me ocurrió proponerle como título "Poesía y verdad en el debate contemporáneo" y con semejante enunciado a punto estuvo de volver a suceder lo mismo: llevaba unos días trabajando en un artículo sobre "Literatura y verdad" así que cuando aparecí por el aula el riesgo de una larga conferencia planeó por mi ánimo como el espíritu de Yahvé por las aguas en el Génesis. Afortunadamente, quizás porque el público era menor (los estudiantes del curso y la propia Virginia), conseguí tener en cuenta a los destinatarios y acabar en menos de una hora la exposición y dejar otra hora para el intercambio de ideas, impresiones o pareceres, que resultó muy estimulante. Con Virginia Trueba, la discusión se centró en el papel de la verdad en la poesía. A las tesis que propuse planteó pertinentes objeciones provenientes, en buena parte, del acervo de su formación filológica que me ayudaron a perfilar algunos de mis argumentos pero también me han obligado a buscar otros más sólidos. En esas estaremos en los próximos días, supongo. Con los alumnos, las conversaciones bajaron de las alturas de la teoría y tuvieron que ver mucho con Contra Visconti. Especialmente, Sergi y Mireia, que hacen un trabajo sobre el libro, vieron en él aspectos sobre los que no había reflexionado en absoluto además de ofrecer alguna hipótesis sugerente, y difícilmente discutible, sobre vínculos con otros textos canónicos. Fue una tarde intensa y placentera: es lo que ocurre cuando uno vive la poesía como un eremita.