En esta "tercera naturaleza" la relación entre representación y espectador se alteraría sustancialmente. En la primera naturaleza todos seríamos espectadores: el espectáculo sería exterior al sujeto y estaría nítidamente separado de él; el espectador asiste al espectáculo natural sin protagonizarlo pues todos los sujetos son únicamente contempladores pasivos de la representación. En la segunda naturaleza, del espectador se segregaría el actor que cargaría con el peso de aquélla. Éste está, sin embargo, separado y netamente distinguido de aquél: ocupan lugares que no son intercambiables; el espectáculo se representa exteriormente al sujeto pero algunos individuos dejan de ser meros entes pasivos y pasan a participar activamente en el espectáculo. En la tercera, por contra, todo espectador está en posición de actor y a la inversa: la frontera que los distingue se ha vuelto tan permeable que los espectadores están en condiciones de convertirse a menudo en auténticos protagonistas de la representación y los actores en muchas ocasiones se convierten en meros asistentes, en observadores de un espectáculo susceptible de acoger a todos y cada uno de los espectadores posibles como protagonista.
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Observaciones anteriores)