9 de octubre de 2013

Crónica de la Nueva Edad (09/10/2013)



Toni Casals, el interlocutor con quien hace unos días entré en interesante y fructífera conversación, me hace llegar un comentario sobre la apreciación que ayer uno realizó acerca del pre-concepto "étnico" de "catalanidad" que funciona como mediador entre la colección de particulares más próxima, la humanidad en minúscula, y el universal Humanidad. Puede que haya que afinar más acerca de la calificación de ese pre-concepto como "étnico" pues quizás hay secesionistas que, efectivamente, se hayan desprendido de esa concepción romántica y éste es uno de esos casos. Mis disculpas aunque no tengo claro si esa renuncia al etnicismo es dominante en el movimiento secesionista. Eso es harina de otro costal que habría que discutir pausadamente. Y mis disculpas, también, por si el tono fue un poco más brusco de lo habitual. Ya se quejaba Platón de que en la escritura las palabras ruedan sin el aliento de su autor detrás. Esta orfandad hace que pueden prestarse a malinterpretaciones, equívocos o atribuciones de intenciones diferentes de las conscientemente dispuestas por quien escribe aunque también, por contra, a interpretaciones solventes e inesperadas de aspectos ocultos, que de todo hay.

Dejo aquí las palabras de Toni. Debo agradecer que haya puesto en castellano sus observaciones en atención a los lectores de este cuaderno de más allá del Ebro. Es, nuevamente, como su disposición al diálogo, algo que uno valora enormemente.

"La dependencia o independencia de Cataluña incumbe, de forma principal, a todas las personas administrativamente catalanas. Son los problemas específicos de toda esa comunidad administrativa los que me conciernen y me preocupan. (No voy a disimularlo.) Y como es obvio, resulta que en Alcanar hay más gente concernida que en Binéfar, en Alemania o en Málaga. ¿En esa mera constatación administrativa, dónde está el etnicismo como pretexto o prejuico?  ¡Qué deseo de manipular las cosas, forzarlas y hacerlas encajar en un cliché!

Es sabido en sociología que la práctica de etiquetar dice a menudo mucho más del etiquetador que del etiquetado. En su análisis, en su categórica clasificación del secesionismo ―o del interés por la comunidad― como «étnico», se transparenta su prejucicio operando, no el mío, el suyo y bien suyo: el prejuicio según el cual el catalanismo ―en cualquiera de sus formas― es un fenómeno puramente étnico, folklórico, barretinarire, pintoresco, rústico…, de manera que puede merecer el estigma y el desprecio intelectual o, en el mejor de los casos, una cierta condescendencia caritativa, pero siempre alejándolo ―faltaría más― de la plaza del raciocinio y la civilidad. Nihil novum sub sole. Pero sí debo hacerle notar que ni los catalanes más unionistas recurren ya a esta argucia tan gastada y facilona. Incluso algunos de ellos, honestos, empiezan a aparecer en los cafés de la argumentación. Bienvenidos, sentémonos juntos, gracias por venir.
Francamente y con cariño: aun más que el secesionismo, a R. y a usted yo diría que les incomoda la propia realidad.

Cierto que la independencia de Cataluña no es una causa universal. Sería muy pretencioso afirmarlo, sería una absoluta ridiculez. Uno tiene sus infinitos límites, uno no da al abasto para con todos sus congéneres. Pero me reafirmo en la idea de que ésta ―la que muchos proponemos― es una forma de contribuir a la justicia entre las gentes de estos lares, a un mayor bienestar para nuestros convecinos y también a una mejor convivencia con nuestros amigos toledanos, extremeños y tolosanos (de Toulouse). Una pequeña solución a un minúsculo problema planetario, una pizca de paz en un rincón de mundo."

Dos notas al margen.

La primera. A bote pronto puedo admitir, en efecto, un prejuicio que Toni podría encontrar en mis palabras. Sí, uno tiene pavor al etnicismo y puede que a veces lo vea donde está debilitado, muy disminuido o casi inexistente. De todas formas, en alguno de mis amigos secesionistas estar está. En Toni Casals, sinceramente, parece que no. ¿En el grueso del movimiento? Sinceramente, soy pesimista al respecto pero espero equivocarme.

La segunda. El fin de semana, en una conversación con miembros del clan de Call of Duty en el que participa uno, mientras esperábamos "engancharnos" a un servidor para jugar, la opinión absolutamente mayoritaria era que no entendían porqué los catalanes querían irse de España pero que si ésa era su voluntad no se les debía poner impedimentos de ningún tipo más allá de los arreglos económicos pertinentes. Sorprendente. Había tres malagueños, dos murcianos, dos catalanes, tres extremeños y creo que un asturiano en la sala virtual. ¿Es representativa esta posición razonable? Sinceramente, soy pesimista al respecto pero espero equivocarme.