8 de abril de 2012

La fuerza afirmativa del consumismo



A uno se le ocrurre que convendría no ser demasiado ingenuo a la hora de evaluar el poder del consumismo. Teniendo claro que muchos elementos convergen en él entre otros podría destacarse su capacidad de cumplir una función ética y estética: el anhelo de una vida mejor que Adorno depositaba en la negatividad del arte tal vez mute, ahora, en la afirmación del consumo de fetiches.

Objetos y atuendos no son sólo reificaciones libidinales o afectivas propias de un capitalismo que cosifica la realidad sino también tropos de una vida mejor que acontecería al cambiar la imagen o dotarse de nuevos gadgets.

Mientras el análisis del consumismo permanezca preso en los esquemas explicativos clásicos en torno a la alienación y la cosificación y no atienda a aquello que puede suministrar positivamente - y no únicamente de forma mistificadora - no saldrá de la pura "condena" ética y estética y su negación.

Y en esos "lugares comunes" muchos movimientos emancipatorios continúan anclados cada vez más lejos de los ciudadanos.