25 de noviembre de 2009

Cioran y los límites de la impostura (II)


Es cierto que hacer corresponder palabra y vida es ingenuo. No hay transparencia e identificación entre ambas. En el caso de Heidegger no se puede decir tan a la ligera, como se ha hecho en ocasiones, que su obra sea nacionalsocialista. O dicho de otra manera: sus textos no se pueden catalogar automáticamente como nazis, ni deducir el nazismo de los principios heideggerianos o al revés. Así pues, del hecho de que el filósofo alemán pagase su cuota de afiliación al partido nazi hasta el mismo mes de abril de 1945 (último mes en el cual el NSDAP pudo girar cuotas a sus militantes) no se debería seguir demasiado, al menos automáticamente, respecto a su obra.

Ese sería y debería ser el caso de Cioran. No obstante, en la impostura debe haber una mesura, un límite, o en ese caso nos daríamos de bruces con la postura y con la peor postura: la de la mistificación, el falseamiento deliberado; la mentira sin escrúpulos y justificada en el valor del arte o de la persona o, cínicamente, en cualquier excusa ad hoc y mutable.

Cierto, en la obra de Heidegger no hay una traslación inmediata de presupuestos nazis y es un simplismo buscar semejante mecanismo. Sin embargo, como puso de relieve Victor Farías, en su discurso no deja de funcionar una específica articulación entre el nacionalsocialismo y su pensamiento. En un artículo publicado en 1990, Farías hablaba sobre un nuevo texto descubierto del maestro alemán que reforzaba su tesis de la implicación nacionalsocialista del pensamiento heideggeriano.

"La carta

El texto de la carta es el siguiente:

‘Friburgo, 2 de octubre de 1929.

Muy respetado señor consejero privado (Geheirmrat), en estos días es enviada una solicitud del doctor Baurngarten a la Notgemeinschaft para obtener una beca.

Al informe que envié quisiera agregar aún mi petición personal a usted, muy apreciado señor consejero privado, de querer otorgar a la citada solicitud una atención especial.

Lo que yo podía sugerir sólo indirectamente en mi informe quisiera expresarlo aquí de modo más claro: se trata en todo esto nada menos que de la inaplazable reflexión acerca del hecho de que estamos puestos ante la alternativa de o bien dar a nuestra vida espiritual alemana fuerzas y educadores verdaderamente enraizados en nuestro suelo o dejarla abandonada a la creciente judaización en el sentido amplio y estricto del término. El camino sólo lo podremos recuperar en la medida en que seamos capaces, sin agitación y discusiones estériles, de contribuir a que se desplieguen las nuevas fuerzas.

En relación a esta gran tarea, yo estaría particularmente agradecido si se pudiera ayudar con una beca al señor Baurrigarten, a quien tengo proyectado hacer mi asistente.

En este tiempo vivimos los días más hermosos del otoño en nuestra nueva casa y me alegro cada día por estar unido a la patria mediante mi trabajo.

En sincera veneración, le saludo, muy respetado herr consejero privado, su Martín Heidegger”.

La carta incluye una serie de aspectos que deberán ser ampliados en su significación, pero al menos uno puede ser destacado aqui.

Dos niveles

Las conclusiones de mi estudio y las proposiciones generales ya anteriormente formuladas por Pierre Bourdieu en su excelente estudio sobre la ontología política de Heidegger quisieron ser ignoradas. La hipótesis de que Heidegger hable en dos niveles (uno, oficial y público; otro, críptico pero de base) resulta aquí confirmada explícitamente por el propio filósofo. Lo que él evita formular en el informe oficial va a afirmarlo decididamente en su carta privada, fundándolo en un diagnóstico de principio sobre un momento trascendente de la historia espiritual alemana. Convertido lo judío en amenaza general y originaria, cabe sólo la defensa militante y a ultranza. No se trata, por tanto, ni de una posición política coyuntural, ni tampoco de una pura ideológización, sino precisamente de una concretización de los conceptos de pueblo, lucha, comunidad del pueblo y sus héroes, tal como ella había sido abstractamente formulada en Ser y tiempo poco tiempo antes.

Se trata de una acción política filosóficamente fundada con el fin de articular las instituciones culturales fundamentales en el horizonte del antisemitismo radical.

El desprecio por lo humano que le es propio hace del fascismo un movimiento histórico miserable e irrecuperable. La relación posterior de Martín Heidegger con Eduard Baurngarten es un testimonio de ello: pocos años más tarde va a enviar Heidegger un nuevo informe secreto a las organizaciones del partido nazi. Esta vez para denunciar las eventuales vinculaciones de Baurmgarten con los judíos de Gotinga poniendo en peligro su carrera académica. El informe de Heidegger fue descalificado por los propios jerarcas académicos nazis, archivándolo por “estar cargado de odio”.

En una época decisiva como la nuestra, quienes todavía guardan respeto por la verdadera tarea del pensamiento deben cuidarse de querer fundar las alternativas urgentes del futuro en un pasado indisolublemente vinculado al crimen. El mundo no tiene ni debe tener ningún centro porque cada ser humano es un centro. En ello no debe verse una omnipotente racionalidad, sino la transparencia de su principio."

Quien haya leído Ser y Tiempo puede apercibirse, sin esfuerzo, del vínculo entre comunidad, pueblo, tradición y sentido del ser, así que las palabras de Farías no son, como mínimo, un puro desatino. Pero es que el mismo Farías, en una entrevista que publicó "La Vanguardia", relató cómo atisbó, en su inicio, la relación intrincada y compleja, pero existente, entre el compromiso nazi de Heidegger y su pensamiento:

"Admirable, me respondió, y espero que usted entienda la profundidad de su pensamiento, porque yo soy de la opinión de que las lenguas románicas carecen de la fuerza suficiente para adentrarse y asir la esencia de las cosas”.
‘Es decir, pensé yo, si lo que define al ser humano es ese asir la esencia de las cosas, nosotros éramos seres inferiores, incapaces de alcanzarlo. En otras palabras, Heidegger, tenía tal confianza
conmigo que me podía decir, usted pertenece a un género inferior, pero usted es superior a ellos y por eso se lo puedo advertir. El me hizo el más alto honor en el momento en que me rebajaba al máximo'.”