20 de abril de 2016

La izquierda reaccionaria


Ayer, Félix Ovejero se preguntaba si la izquierda, desde un punto de vista marxista, se está convirtiendo en una opción política reaccionaria en ciertos aspectos. En el caso de la "Educación", uno hace tiempo que opina que eso es así. Así, señala acertadamente que "hoy una parte de la izquierda, muy representada entre nosotros, se ha vuelto comprensiva con la sinrazón religiosa, simpatiza con quienes quieren levantar comunidades políticas sostenidas en la identidad y muestra una antipatía sin matices contra el proceso globalizador. Incluso se muestra dubitativa de la peor manera a la hora de valorar la ciencia y el progreso científico. Y eso que, precisamente porque su defensa de la ciencia había encontrado su justificación última en la racionalidad práctica, porque se había mostrado capaz de reconocer que la ciencia es tan solo una de las posibilidades de ejercer la racionalidad, el socialismo disponía del mejor guion para abordar los tiempos por venir: la ciencia, también la básica, puede ser tasada por la razón, incluso frenada en determinadas líneas de investigación potencialmente devastadoras en sus aplicaciones."

En lo que uno discreparía es en la identificación que realiza entre la izquierda "realmente existente" y sus fuentes marxistas. En lo que, desde hace más de un siglo, se ha denominado "izquierda" conviven varios grupos sociales e ideológicos notablemente distintos que beben en diferentes fuentes. Una de ellas, la que ahora es hegemónica, proviene de la reacción (y nunca mejor dicho) romántica a la Ilustración. Si la izquierda ilustrada se anuncia en Saint-Just y Babeuf y se desarrolla en Marx, Engels o Bakunin, la romántica se remonta a Rousseau y sigue con los socialistas utópicos, Kropotkin o Tolstoi. En el leninismo, la corriente ilustrada se conviertió en dominante mientras que los románticos se quedaron en una posición subalterna y acabaron engrosando las filas trotskistas y anarquistas. Su consecuencia, el criminal experimento del "socialismo real", buscó su legitimación en una lectura estrecha y torva de este ala racionalista y cientificista y, en buena parte, la arrastró consigo en su caída reduciéndola a escombros. Este hundimiento dejó el campo abierto para que la izquierda romántica, que había alimentado la oposición a la concreción de los ideales comunistas en la URSS, se hiciera con la bandera del movimiento que ahora agita para desesperación de muchos de nosotros y lo convirtiera en este remedo de social-anarquismo marcadamente reaccionario en muchos ámbitos de la existencia social...

Marx, cabe insistir, no tenía demasiado que ver con esta gente...

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