2 de abril de 2016

Azúa sobre Colau


Se habla mucho de que nuestros políticos son de baja calidad y que eso explica, en buena parte, las deficiencias que se observan en el funcionamiento de la democracia representativa en este país. Sin embargo, pocos se detienen a observar la escasísima talla reflexiva y crítica de nuestros"productores de opinión" (llamarlos "intelectuales" es excesivo) que intervienen decisivamente en el fomento y mantenimiento de los hábitos ciudadanos requeridos por esta forma de gobierno: lo hacen de una manera tan deficitaria y desnutrida que a veces convierten en buena a la clase política. La muestra más reciente de su pésima categoría han sido las observaciones vertidas por Félix de Azúa sobre Ada Colau. Afirma Azúa que "una ciudad civilizada y europea como Barcelona tiene como alcaldesa a Colau, una cosa de risa. Una mujer que debería estar sirviendo en un puesto de pescado. No tiene ni idea de cómo se lleva una ciudad ni le importa. Lo único que le importa es cambiar los nombres de las calles". A uno le gusta, dentro de un orden, Ada Colau. Ha tomado actitudes ejemplares (reducirse el sueldo ostensiblemente, limitar la ostentación y el gasto de representación del primer edil, abrir foros de debate sobre la política local en los barrios, imponer una moratoria al desarrollo turístico o acabar con algunas onerosas subvenciones a empresas privadas) aunque otras actuaciones hayan sido pueriles (como el papelón que representó en el salón de la Enseñanza o el ridículo del "Padrenuestro sexual"). Pero el disgusto por el comentario de Azúa no tiene que ver con las preferencias sino con el barriobajero nivel de la crítica. Comparado con ella, la respuesta de Colau deja la competencia teórica del columnista de PRISA a la altura del betún: "En las futuras definiciones de machismo y clasismo de la RAE, el señor Azúa podrá citarse a sí mismo ¡Qué honor!". Pertinente, apropiado y con apoyo en hechos (en este caso, declaraciones).

P.D: Por otro lado, la eficiencia conceptual del señor Azúa baja un peldaño más al calificar, en la misma entrevista, de "fascismo simpático" al movimiento secesionista. Demuestra que o es imprudente y grosero y apenas sabe utilizar adecuadamente los términos o desconoce qué es el fascismo. Un individuo que lleva cinco años sin vivir en Catalunya debería ser más humilde y precavido a la hora de despachar una situación social y política con una ocurrencia.

2 comentarios:

  1. Como no he vivido nunca en Cataluña, ni en..., no tengo qué decir para satisfacer loas legítimas pulsión de los catalanaúnicos y los de en...
    Pues nada, en fin, a ver... Lola Mento.

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    1. No le entiendo del todo pero supongo que quizás interprete que uno descalifica la opinión que Azúa pueda tener del secesionismo a partir del hecho de que lleva cinco años sin vivir aquí. Igual me equivoco pero suponiendo que sea éste el núcleo de su observación quisiera decirle que es evidente que la experiencia no puede ser el único criterio para legitimar una opinión pero tampoco puede ser ignorada: en su momento hacer juicios acerca de la bondad del sistema político de la URSS desde Occidente no sólo era posible por el respeto al dogma marxista sino también por la falta de contacto con la vida cotidiana de los ciudadanos en el régimen soviético. En todo caso, uno sobre todo critica su imprudencia. Si viviera aquí podría apreciar que la categoría de "fascismo" no agota en absoluto la poliformidad del movimiento secesionista.

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