4 de marzo de 2016

Klemperer y Rosenberg (II)


Parecería, pues, que en la construcción social del horizonte de lectura radicaría en buena parte el núcleo de la "literariedad". Sin embargo, la pertinencia de esta variable tan cara al pensamiento postmoderno e historicista, debería ser atenuada so pena de convertir al texto en una pura nada y bendecir la noche en la que todos los gatos son pardos. Cuando la serie contiene más elementos verbales resulta difícil no reconocer patrones asociados a la "literariedad" que a pesar de que puedan tener, por supuesto, un origen histórico, se han convertido en objetivos para nosotros. Así, si a los textos seleccionados sobre Dollfuss de Rosenberg y Klemperer se les añaden un par de fragmentos de las notas del mismo día, parece claro que a uno se le puede considerar como "literario" o, como mínimo, concederle una cierta cualidad de tal mientras que el otro no consigue alcanzar ese rango salvo al precio de una consideración tan laxa como inútil del fenómeno y con independencia de la autoría.

Las dos porciones verbales iniciales eran:

"Ya ayer, en la portada de los periódicos: los asesinos de Dollfuss –así no los llamaban, sólo sus nombres– habían muerto «de pie y con valentía», uno había gritado: «Muero por Alemania, ¡Heil Hitler!», y repitió todo el tiempo «¡Heil Hitler!» hasta que lo estrangularon."


"A todos -incluso a quienes nunca han esperado gran cosa del carácter de los italianos- les ha sorprendido que Italia haya tratado el caso Dollfusss de un modo tan indecente


Si se les suman estas otras dos, la percepción psicológica del lector de la cualidad "literaria" ¿no cambiaría?:

"Toda Alemania siente una profunda tristeza. Se ha ido un grande.
Pero el NSDAP tiene vía libre para construir su Reich. Ha sido necesario que transcurra un tiempo precioso, el que se podrían haber hecho muchas cosas a las que, sin embargo se ha tenido que renunciar por el sabotaje, invocando la figura de H.[indenburg]. Ahora, el Führer es el único señor de Alemania. Al fin se dan todas las condiciones para que exista un estado nacionalsocialista".

O

"Llamada de Blumenfeld: que su mujer acaba de llamarlo anunciándole que Hindenburg ha muerto a las nueve. Un poco como cuando murió el viejo Franz Joseph. Hace tiempo que sólo es un nombre y sin embargo un último contrapeso que ahora desaparece. Puede que el pueblo también lo interprete así. Todavía anoche hablaba de un modo parecido (en el contenido) el secretario de hacienda Schmidt, en Dölzschen. Dijo: «Hitler tenía que ir a despachar con él». Yo: «Muy pocas veces y sólo en apariencia; en realidad, Hitler gobierna él solo desde hace tiempo». Él: «Eso sin duda, pero de todos modos allí estaba siempre el viejo». Y su mujer: «Él no puede ser las dos cosas al mismo tiempo, presidente y canciller. ¿Dos funciones en una sola mano?». Gente sencillísima, totalmente arios, pequeña burguesía. Y el marido, preocupado: que a Hitler ya le basta con su herida y con la larga cautividad en Rusia, que no quiere otra guerra. –Pero todo eso en tono de cuchicheo, con pesadumbre, miedo, inseguridad. Ésta es seguramente la voz del pueblo alemán".

¿No podría ser calificado este segundo como "literario" (perteneciente a Klemperer) mientras que costaría adjudicarle este nota al primero (al de Rosenberg)? Si eso es así, aunque aquí - ni hasta el momento en ninguna parte de manera concluyente - no pueda establecerse esa tabla de propiedades lingüísticas que harían que un texto pudiera ser considerado como perteneciente al ámbito literario sin necesidad de recurrir a la mediación socio-histórica, podría afirmarse provisionalmente que para determinadas series verbales de una extensión superior a cierto número de frases aquélla no sería determinante ni saturadora ni tampoco haría de las agrupaciones de palabras puras formas huecas. La mediación tiene mayor o menor relevancia dependiendo del tamaño de la muestra.

Este ejemplo tentativo e ilustrativo podría servir para encaminar la argumentación acerca de las condiciones de recepción y evaluación de la obra de arte literaria más hacia la confluencia entre los procesos de constitución socio-históricos de la lectura y la percepción de determinadas cualidades de las series verbales en la recepción del lector, especialmente a partir de ciertas magnitudes, que hacia cualquier forma de determinismo intrínseco o extrínseco.

¿Es esto una variante de la "sopa de ajo"? ¿Tanto equipaje para una obviedad? Pues tal vez sí. Pero en esta época en que tantos relativistas niegan la existencia de la "literariedad" más allá de la producción y asignación social de esta etiqueta y, en frente, tantos esencialistas que se atrincheran en las propiedades inmutables de la obra de arte literaria y asequibles sólo a ciertas percepciones sublimes y no alienadas, no está de más insistir en la complejidad de los fenómenos y la necesidad de evitar los reduccionismos.

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