27 de junio de 2013

Virtualidad y extrañamiento


Recibe uno esta semana la invitación a volver a participar en la competición de Football Fantasy de este otoño y se encuentra de nuevo virtualmente rodeado de los Paul, Chris, Andy, Bryan, Danny, etc. y abrumado por decenas de páginas web en inglés repletas de referencias lejanas pero familiares. Asimismo, las tardes, más desahogadas, las pasa uno - preferentemente - en los escenarios de Call of Duty junto a un clan trufado de identidades bien alejadas del mundo real, de seres como "Xarlipy", "Chris--co", "Perrajudia", "Jodaxa", "llsweetll19" y compañía de cuya magnitud real uno desconoce casi todo.

En ambos casos, el extrañamiento, resulta liberador. Alejarse del opresivo mundo de secesiones y uniones, de ideologías, falseamientos de la realidad y demagogias diversas en el que vive, aunque sea al precio de un falso cosmopolitismo, de un mundo ficticio y engañoso, de una relacionalidad virtual, no presenta una estructura únicamente negativa, bajo la forma de la alienación sino también positiva bajo el aspecto del distanciamiento, de la separación y, en consecuencia, de la posibilidad de abstracción y juicio crítico.

Dentro de unos límites, la enajenación puede ser terapéuticamente aconsejable.