Parece que a uno le hubieran abandonado las musas si efectivamente tuvieran algo que ver: hace casi ocho meses que no consigue escribir un solo verso. Pero es que la sequía afecta, y eso es más preocupante todavía, a la lectura. Los libros de poemas pendientes continúan apilados en una esquina de la mesa de trabajo. Las lecturas de documentación para la novela en la que estoy trabajando y la prensa digital son los únicos textos que logro digerir.
Con todo, la noticia de la próxima publicación de
aMoremachine, el nuevo poemario de Gsús Bonilla, una de cuyas primeras versiones tuve el honor de leer y comentar con él, parece haberle sacado a uno del marasmo de acero envuelto en banderas en el que vive. Pronto tendré un ejemplar que espero sirva para volver a leer poesía y, quién sabe, igual a escribir algo...