"El cuarto capítulo sigue insistiendo en esta idea presentando la noción de la socialización marcha atrás: el proceso que ocurre cuando se renuncia a integrar a los jóvenes en el mundo adulto y por el contrario, el ideal se convierte en el inverso, adoptar los valores de los jóvenes y adolescentes como más adecuados a los tiempos que corren. Hay una elevación de la consideración moral del niño que contrasta con la firme depreciación de los adultos.
El quinto capítulo se llama "ingeniería social". En nuestras sociedades, como ya advirtió por ejemplo Habermas, la falta de amplios consensos intenta ser sustituida por una imposición administrativa de los valores. La crisis de la educación, las crisis endémicas de las que hablaba Jordi Sales, son también esencialmente un síntoma. Nuestras escuelas son centros de poderosa indoctrinación dirigida sin embargo, no tanto al ámbito de las ideas como al pragmático. Los gobiernos quizás no están muy preocupados por aquello que pensamos, pero sí por cómo actuamos y cómo sentimos. El problema planteado, sin embargo, por estos valores instigados por la administración es su carácter efímero, huidizo por su falta de vinculación a un conjunto de creencias coherente. Por todo eso, se acaban convirtiendo en una invitación al escepticismo. De hecho, conducen a la escuela a un camino de fracaso asegurado, porque por más buenos que sean los maestros es difícil pensar que sólo ellos tienen las soluciones a toda la larga lista de problemas que dependen de las escuelas. El ejemplo más claro es la asignatura de "Ciudadanía", el ejemplo más claro y significativo de esta tendencia."