"Mejor no hacer nada que implicarse en actos localizados cuya función última es hacer funcionar más suavemente el sistema (actos como proporcionar espacio para la multitud de nuevas subjetividades). Hoy la amenaza no es la pasividad, sino la pseudoactividad, la necesidad de 'ser activo', de 'participar', de enmascarar la vacuidad de lo que ocurre. La gente interviene todo el tiempo, siempre se está 'haciendo algo', los académicos participan en debates sin sentido, etc. En realidad, lo más difícil es dar un paso atrás, sustraerse. Los gobernantes prefieren incluso una participación 'crítica', un diálogo, al silencio. simplemente pretenden implicarnos en el 'diálogo' para asegurarse de que se quiebre nuestra amenazadora pasividad. La abstención de los votantes es, por tanto, un
acto político auténtico, pues nos enfrenta a la vacuidad de las democracias actuales"
(
Sobre la violencia. Seis ensayos marginales, p255)