4 de diciembre de 2009

Educación y crisis



Escribe Eduard Punset en su Blog que la crisis de fondo de nuestras sociedades avanzadas está en la educación y describe las posibilidades de éxito del nuevo modelo productivo en función del éxito educativo para el que la docencia deberá convertirse en la actividad más compleja de las que funcionan en nuestro entorno habitual y deberá emprender una reforma radical:

"La reforma de la enseñanza se propondrá dimensionar ciudadanos en un mundo globalizado. ¿Pertrechar las mentes de sus estudiantes? No. Los esfuerzos venideros en materia educativa apuntarán a reformar los corazones de la infancia y la juventud, olvidados por la obsesión exclusiva en los contenidos académicos.

¿Cómo se consigue alcanzar esta misión? Cumpliendo estos dos objetivos. Uno: aprender a gestionar la diversidad de las aulas modernas, a las que ha cambiado profundamente su cariz la globalización. Se trata de fomentar la inteligencia social y no sólo la individual, hacer que sirva para concatenar cerebros dispares y distintos, tomando buena nota de sus diferencias étnicas, culturales y sociales.

Simultáneamente –y éste es el otro objetivo–, resultará imprescindible que los maestros fomenten el aprendizaje de las emociones positivas y negativas, que son comunes a todos los individuos y previas a los contenidos académicos destilados a la infancia; es decir, aprender a gestionar lo que nos es común a todos. Se trata de enseñar a los jóvenes a gestionar la rabia, la pena, la agresividad, la sorpresa, la felicidad, la envidia, el desprecio, la ansiedad, el asco o la sorpresa."

Y yo me pregunto, como docente en activo: ¿si no hemos de pertrechar las mentes de nuestros alumnos, quién lo hará? ¿Internet? ¿Super Mario? ¿Los periodistas que proclaman que su labor no es meramente informativa sino también educativa (y para muestra las campañas de las cadenas privadas y ahora también las públicas sobre "temas de contenido social")?

Y, puestos, también cabe preguntarse: ¿esta función de enseñar a los jóvenes a gestionar la rabia, la pena, no debería asumirla la familia, más concretamente los padres y madres? ¿Es que su única responsabilidad es darles de comer y proporcionarles ropa de marca y consolas?

Padres irresponsables y dimisionarios: aquí está el mayor problema de la enseñanza. Todo lo demás... En fin.