4 de agosto de 2010. Segunda parte.
“En la hermosa
KastanienAllee, un castaño colosal, tal vez enfermo -por las manchas amarillentas que salpican la mayoría de sus hojas-, será talado para edificar, en el solar sobre el que se yergue rodeado de pequeños edificios,un bloque de pisos de alto
standing como anuncia la empresa promotora. Quizás el terreno no de para mantenerlo como centro de un pequeño parque y menos en una calle profusamente arbolada. Puede, además, que el castaño esté, realmente, enfermo. No obstante, uno tiene la sensación de que en otro momento histórico el castaño no hubiera sido derribado y reemplazado por viviendas de cierto estilo.
Tampoco la tantas veces anunciada como inminente demolición de la
Tacheles, se lleve o no finalmente a cabo o se vuelva a postergar, diríase que obedezca a más motivos que los economómicos. Ni siquiera los políticos -que también pareció haberlos en determinados momentos- explican por sí solos la insistencia en la desaparición de la autotitulada “única galería artística libre” de Berlin.
Situada en plena
OranienburgStrasse y cerca de un descampado que, según algunos, se incluiría en el paquete edificable, no parece, a simple vista, que este icono del Berlin
underground amenace ruina como para derruirlo.
Chafardear por la
Tacheles tiene su gracia. En tiempos debió ser un centro neurálgico de la producción artística alternativa a los circuitos oficiales y de la contracultura berlinesa. Hoy día es un espacio perfectamente normalizado pese a su pomposa autodenominación y más que Kunsthaus funciona como una atracción turística más: otro resto histórico.
De las exposiciones que alberga tan sólo la del pintor bielorruso
Alexander Rodin, que ocupa la última planta completa del edificio, y la del
ARDA, que trabaja con metal, nos llamaron suficientemente la atención. Del resto, uno no sabe si su exterioridad respecto al
on-Berlin se debe a su excentricidad, su voluntad negativa o su bajísima calidad artística pero ya, en casa, se inclina por esta última posibilidad.”.