Preparando una charla sobre la historia sindical en el ámbito de la enseñanza en Catalunya, se topa uno con la "Orden de 22 de marzo de 1975 por la que se desarrolla el Decreto 160/1975, de 23 de enero, que aprueba el Plan de Estudios del Bachillerato, y se regula el Curso de Orientación Universitaria", dependiente de la Ley General de Educación de 1973, la ley educativa franquista, y no puede por menos de hallar una sorprendente proximidad entre sus finalidades y las que hoy día se proclaman desde la mayoría de las instituciones de representación política y el "bonismo" pedagógico neoliberal y pseudoizquierdista, acerca de la necesidad de profundizar en los aprendizajes significativos e interrelacionados, potenciar los valores y abandonar la "acumulación memorística" de conocimientos.
En la citada orden se señala que "los Centros docentes deben tomar en consideración la complejidad del proceso educativo que no puede limitarse a la transmisión de conocimientos, por lo que deben llevar a cabo la programación de otras actividades de carácter formativo que son indispensables para cumplir las finalidades que el artículo 22 de la Ley General de Educación señala para el Bachillerato" (sn).
¿Y cuáles son esas finalidades que señala el artículo 22?
"Uno. En el Bachillerato se concederá una atención preferente a la formación del carácter, al desarrollo de hábitos religioso-morales, cívico-sociales, de estudio, de trabajo y de autodominio y a la educación física y deportiva. Todo ello, en un ambiente que propicie la colaboración con los demás y el entrenamiento progresivo en actividades y responsabilidades sociales.
Dos. El contenido de las enseñanzas tenderá a procurar una sólida base cultural, desarrollándose aquéllas con criterio progresivamente sistemático y científico, con el fin de lograr, más que el acopio y extensión de los conocimientos, la capacitación para organizar aquéllos en síntesis coherentes y para interrelacionar las nociones.
Tres. Se organizarán actividades en las que
el alumno aprecie el valor y la dignidad del trabajo y vea facilitada su
orientación vocacional."
Tachemos alguna palabra como "religioso" o "carácter" y actualicemos términos que se utilizan poco como "hábitos" y "formación". El resto, ¿no habla de el desarrollo de valores morales y cívicos, de crear un ambiente que propicie la cooperación y la ciudadanía? Y cuando se dice que se debe lograr "más que el acopio y extensión de los conocimientos", la capacidad (o competencia) de organizarlos en síntesis e interrelacionar los conceptos ¿se está demasiado lejos de la jerga competencial y sus transversalidades, ámbitos, significatividades, proyectos, etc?
Vale, el punto tres puede admitirse que no suena demasiado cercano. Mas ¿no será porque ya no es necesario que los alumnos aprecien el valor del trabajo y porque su orientación ya no tiene que ser vocacional?