Introducción.
Sábado a las diez y media
Libro Primero.
1. Del objeto.
Bienvenidos a la república independiente de tu casa
tras más de viente minutos
de irritante caravana: accesos saturados y
salidas de autopista congestionadas.
2. De la comunidad.
Bienvenidos a la república independiente de mi casa.
Somos tantos y estamos tan próximos unos a otros
empujándonos, rozándonos, aplicándonos los codos,
maniobrando con los cochecitos de niño en los arrabales de la nanociudad,
que parecemos atracar ante la sede
de la federación de repúblicas independientes de todas las casas.
3. De la organización de la comunidad.
Bienvenidos a la república independiente de nuestras casas.
Las repúblicas que afluyen a la megalópolis en busca de abastos,
poseen leyes, banderas, lemas y peculiaridades nacionales.
Pocas de ellas parecen afectadas
por las hipotecas y demás cargas de la banca,
por los impuestos y demás cargas de la verdadera República Independiente
-que nunca es la nuestra-
por la sumisión a las normativas de la compañía eléctrica,
de la de aguas, de la del gas, de la telefonía -fija, móvil e Internet-,
de la del cable,
a las ordenanzas municipales, etcétera.
No está claro, con todo, que consideren que su independencia está en entredicho.
Libro Segundo.
1.- De la constitución de la República.
1.- De la constitución de la República.
"Bienvenidos,
a este lugar en el que donde caben seis mil caben también siete mil.
Sed bienvenidos
y recordad que para ordenar, recordar, localizar y ennoblecer vuestras compras
y recordad que para ordenar, recordar, localizar y ennoblecer vuestras compras
ponemos a vuestra disposición lápices, metros de papel y octavillas plastificadas.
Algunos nos querrán ridiculizar por ello,
Idioten kaufen einfach alles,
pero todos sabemos que nunca está de más guiar a los desvalidos.
Podéis comenzar vuestra ruta.
Observaréis que en la entrada no os recibe Eduardo Mendoza,
perdón,
Gillis Lundgren,
el diseñador de la librería BILLY,
privilegio que ostenta este año en nuestro catálogo,
-más leído que cualquiera de los libros del tal Mendoza,
dicho sea de paso-.
Por cierto,
volviendo un momento a lo de antes,
nos llaman Idioten kaufen einfach alles
una serie de envidiosos que se amparan
en nuestros precios populares
y la aparente estructuración reiterativa
de nuestras tiendas y publicaciones.
Pero nosotros
-y vosotros-
sabemos que lo barato no es sinónimo de deficiente
y que nuestra organización
no es pura repetición
sino iteración,
repetición siempre diferente.
Aún más: fractalidad.
Así es.
Bienvenidos, por tanto, al barato mundo fractal."
Libro Tercero.
1. De aquello que es y no puede no ser.
Pues aquí estamos,
por fin,
en el mundo IKEA.
¿Nuestro equipaje?
Un billete de veinte euros, la VISA de los pobres
y una tarde de viernes perdida entre páginas de catálogo.
2. De los modos de aquello que es.
Sabemos por éste que
"afortunadamente la creatividad no depende del presupuesto",
-aunque debe influir en algo-
que hay "buenas ideas que crean grandes espacios",
-pese a que el espacio no es sólo una dimensión psíquica
sino también física y no hay más metros que los que arden-,
que "para la nueva colección IKEA PS nuestros diseñadores
han recorrido el mundo entero.
Han buscado desde las raíces del mundo antiguo,
hasta las más modernas técnicas"
-y tal vez sea mejor no preguntarse
dónde han encontrado las raíces del mundo antiguo
en un viaje
(¿a lo largo y ancho del mundo
en, calculemos, ochenta días?)-,
que "con las fundas desenfundables"
-entrañable concepto-
"no tienes que preocuparte por las manchas ni tampoco por los niños",
-y eso siempre es un alivio-,
que "es cierto que tienes que montarla,
pero Marcus quiere que te reflejes
en sus luces y sombras"
-lo cual puede dar paso a la absoluta oscuridad
si no dominas los fundamentos del bricolaje
o no entiendes las instrucciones mínimas,
aquellas que cualquier infante comprendería
pero que nosotros, llegados a esa edad
en la que nada nos parece sencillo ni obvio,
ya empezamos a no entender bien-,
o que con la librería puedes encontrar "siempre tu libro favorito a la primera"
-promesa que, de cumplirse, supondría un logro de primer orden
para la investigación científica en el área de las humanidades-.
Sabemos todo eso y más.
3. Del saber acerca de aquello que es.
Este conocimiento suministrado por el Texto
ya nos predispone:
acomoda el ojo,
establece el ángulo
y la intensidad de la iluminación
para que podamos ver sin anteojeras y
nos revela la poliformidad de lo inaudito.
4. De los atributos accesibles al entendimiento.
Así, avanzamos lentamente
por el imperio de lo efímero
("Nos sirve hasta que compremos uno bueno" -le espeta uno a otro-),
de la acomodación a lo diminuto
("!Éste nos cabe, éste nos cabe!" -exclama uno alborozado mientras otro desconfía-),
de la socialización del diseño
("Si lo combinas con aquella otra..." -propone uno, entusiasta, a otro-),
del comunismo de la abundancia simulada
("Compra cinco, no, siete..." resuelve uno ante la prevención de otro-)
que no es más que el de la carestía para la mayoría
mientras la minoría viva de algunos crueles beneficios del capitalismo
("Siempre puede usted ir a IKEA si considera que este mueble a medida
no se ajusta a sus posibilidades" -dice uno que vende en una tienda a otro,
con sonrisa de suficiencia, sí, pero cómplice-).
5. De las determinaciones de aquello que no es.
En esta peregrinación vemos, al pasar,
ancianos jubilados probando sofás de difíciles combinaciones,
jóvenes parejas desconcertadas comprando nimiedades estratégicamente situadas,
matrimonios adultos discutiendo acaloradamente sobre precios o colores
y niños que psicopedagogos necesitados de justificar el sueldo
diagnosticarían como hiperactivos
-pese a que su "enfermedad" también podría tener que ver con un simple problema
de simple buena educación-,
saltan entre camas y sillas
desafiando la flema de los atentos empleados
que procuran apartarlos sin reprenderlos.
6. De la relación entre diferentes tipos de ser.
La multitud que sigue el itinerario marcado
mide, toca y sopesa,
abre, cierra y aprieta,
coge, deja y vuelve a coger,
apunta, tacha y pregunta:
en la gran república independendiente del beneficio
no existen ni la anomia ni la abulia.
7. Del primer principio.
Pasan las horas y, por fin,
se llega al babélico almacén
donde abscisas y coordenadas
-Descartes vivió en Suecia
es más, allí murió-,
distribuyen los empaquetamientos del gran Lego
y nos precipitan al centro neurálgico de la Gran Fábrica:
la fila de cajas.
8. De la moral.
Es aquí donde comienza la última etapa del viaje
que exige la santa virtud de la paciencia.
9. De la necesidad.
Mientras esperamos detrás de una señora
que maneja, como en el Far West,
dos carros atiborrados de maderas múltiples
y delante de una familia,
que organiza con esmero y orgullo los materiales
en otro cargado hasta los topes,
reflexionamos sobre nuestra compra y
comprendemos que sólo necesitamos
dos saleros y un lote de diez perchas: poco más de seis euros.
10. De la felicidad.
Hay cajas "automáticas" para los que hayan adquirido menos de quince artículos
donde un amable supervisor "te ayuda" a pasar la tarjeta
(y -sin decirlo, por supuesto- al tiempo verifica tu identidad y se asegura
de que pases por el scanner todos los productos que lleves contigo).
Nos ponemos en sus manos:
5,54 euros.
Le doy la tarjeta y pese a la ridícula factura
mira el DNI para cerciorarse de la correspondencia.
Como se dice en el catálogo, "estamos trabajando para conseguir más con menos":
no hay menos que no sea más en la República independiente de IKEA.
Libro Cuarto.
1. Del extrañamiento de sí.
Tras cuatro horas y media más y seis euros menos,
siempre más es menos,
decimos adiós a la República independiente de todas las Repúblicas,
sin saber exáctamente, qué pensar.
2. De la consolación de la poesía.
La respuesta la encontramos
en un pequeño envoltorio de plástico que se estampa contra el parabrisas
por la fuerza del viento.
Al salir a quitarlo,
aún en el recinto de la nanociudad,
leemos "¡ADVERTENCIA!: Riesgo de ahogo. Mantener las bolsas de plástico
fuera del alcance de los bebés y niños."
Epílogo
Creo que ya sé qué pensar...
Algunos nos querrán ridiculizar por ello,
Idioten kaufen einfach alles,
pero todos sabemos que nunca está de más guiar a los desvalidos.
Podéis comenzar vuestra ruta.
Observaréis que en la entrada no os recibe Eduardo Mendoza,
perdón,
Gillis Lundgren,
el diseñador de la librería BILLY,
privilegio que ostenta este año en nuestro catálogo,
-más leído que cualquiera de los libros del tal Mendoza,
dicho sea de paso-.
Por cierto,
volviendo un momento a lo de antes,
nos llaman Idioten kaufen einfach alles
una serie de envidiosos que se amparan
en nuestros precios populares
y la aparente estructuración reiterativa
de nuestras tiendas y publicaciones.
Pero nosotros
-y vosotros-
sabemos que lo barato no es sinónimo de deficiente
y que nuestra organización
no es pura repetición
sino iteración,
repetición siempre diferente.
Aún más: fractalidad.
Así es.
Bienvenidos, por tanto, al barato mundo fractal."
Libro Tercero.
1. De aquello que es y no puede no ser.
Pues aquí estamos,
por fin,
en el mundo IKEA.
¿Nuestro equipaje?
Un billete de veinte euros, la VISA de los pobres
y una tarde de viernes perdida entre páginas de catálogo.
2. De los modos de aquello que es.
Sabemos por éste que
"afortunadamente la creatividad no depende del presupuesto",
-aunque debe influir en algo-
que hay "buenas ideas que crean grandes espacios",
-pese a que el espacio no es sólo una dimensión psíquica
sino también física y no hay más metros que los que arden-,
que "para la nueva colección IKEA PS nuestros diseñadores
han recorrido el mundo entero.
Han buscado desde las raíces del mundo antiguo,
hasta las más modernas técnicas"
-y tal vez sea mejor no preguntarse
dónde han encontrado las raíces del mundo antiguo
en un viaje
(¿a lo largo y ancho del mundo
en, calculemos, ochenta días?)-,
que "con las fundas desenfundables"
-entrañable concepto-
"no tienes que preocuparte por las manchas ni tampoco por los niños",
-y eso siempre es un alivio-,
que "es cierto que tienes que montarla,
pero Marcus quiere que te reflejes
en sus luces y sombras"
-lo cual puede dar paso a la absoluta oscuridad
si no dominas los fundamentos del bricolaje
o no entiendes las instrucciones mínimas,
aquellas que cualquier infante comprendería
pero que nosotros, llegados a esa edad
en la que nada nos parece sencillo ni obvio,
ya empezamos a no entender bien-,
o que con la librería puedes encontrar "siempre tu libro favorito a la primera"
-promesa que, de cumplirse, supondría un logro de primer orden
para la investigación científica en el área de las humanidades-.
Sabemos todo eso y más.
3. Del saber acerca de aquello que es.
Este conocimiento suministrado por el Texto
ya nos predispone:
acomoda el ojo,
establece el ángulo
y la intensidad de la iluminación
para que podamos ver sin anteojeras y
nos revela la poliformidad de lo inaudito.
4. De los atributos accesibles al entendimiento.
Así, avanzamos lentamente
por el imperio de lo efímero
("Nos sirve hasta que compremos uno bueno" -le espeta uno a otro-),
de la acomodación a lo diminuto
("!Éste nos cabe, éste nos cabe!" -exclama uno alborozado mientras otro desconfía-),
de la socialización del diseño
("Si lo combinas con aquella otra..." -propone uno, entusiasta, a otro-),
del comunismo de la abundancia simulada
("Compra cinco, no, siete..." resuelve uno ante la prevención de otro-)
que no es más que el de la carestía para la mayoría
mientras la minoría viva de algunos crueles beneficios del capitalismo
("Siempre puede usted ir a IKEA si considera que este mueble a medida
no se ajusta a sus posibilidades" -dice uno que vende en una tienda a otro,
con sonrisa de suficiencia, sí, pero cómplice-).
5. De las determinaciones de aquello que no es.
En esta peregrinación vemos, al pasar,
ancianos jubilados probando sofás de difíciles combinaciones,
jóvenes parejas desconcertadas comprando nimiedades estratégicamente situadas,
matrimonios adultos discutiendo acaloradamente sobre precios o colores
y niños que psicopedagogos necesitados de justificar el sueldo
diagnosticarían como hiperactivos
-pese a que su "enfermedad" también podría tener que ver con un simple problema
de simple buena educación-,
saltan entre camas y sillas
desafiando la flema de los atentos empleados
que procuran apartarlos sin reprenderlos.
6. De la relación entre diferentes tipos de ser.
La multitud que sigue el itinerario marcado
mide, toca y sopesa,
abre, cierra y aprieta,
coge, deja y vuelve a coger,
apunta, tacha y pregunta:
en la gran república independendiente del beneficio
no existen ni la anomia ni la abulia.
7. Del primer principio.
Pasan las horas y, por fin,
se llega al babélico almacén
donde abscisas y coordenadas
-Descartes vivió en Suecia
es más, allí murió-,
distribuyen los empaquetamientos del gran Lego
y nos precipitan al centro neurálgico de la Gran Fábrica:
la fila de cajas.
8. De la moral.
Es aquí donde comienza la última etapa del viaje
que exige la santa virtud de la paciencia.
9. De la necesidad.
Mientras esperamos detrás de una señora
que maneja, como en el Far West,
dos carros atiborrados de maderas múltiples
y delante de una familia,
que organiza con esmero y orgullo los materiales
en otro cargado hasta los topes,
reflexionamos sobre nuestra compra y
comprendemos que sólo necesitamos
dos saleros y un lote de diez perchas: poco más de seis euros.
10. De la felicidad.
Hay cajas "automáticas" para los que hayan adquirido menos de quince artículos
donde un amable supervisor "te ayuda" a pasar la tarjeta
(y -sin decirlo, por supuesto- al tiempo verifica tu identidad y se asegura
de que pases por el scanner todos los productos que lleves contigo).
Nos ponemos en sus manos:
5,54 euros.
Le doy la tarjeta y pese a la ridícula factura
mira el DNI para cerciorarse de la correspondencia.
Como se dice en el catálogo, "estamos trabajando para conseguir más con menos":
no hay menos que no sea más en la República independiente de IKEA.
Libro Cuarto.
1. Del extrañamiento de sí.
Tras cuatro horas y media más y seis euros menos,
siempre más es menos,
decimos adiós a la República independiente de todas las Repúblicas,
sin saber exáctamente, qué pensar.
2. De la consolación de la poesía.
La respuesta la encontramos
en un pequeño envoltorio de plástico que se estampa contra el parabrisas
por la fuerza del viento.
Al salir a quitarlo,
aún en el recinto de la nanociudad,
leemos "¡ADVERTENCIA!: Riesgo de ahogo. Mantener las bolsas de plástico
fuera del alcance de los bebés y niños."
Epílogo
Creo que ya sé qué pensar...