30 de mayo de 2009

El dios de las pequeñas cosas: teología, literatura y televisión



El dios de las pequeñas cosas
no está, únicamente,
en la proximidad del jardín,
en el bosque,
entre las rocas,
en gestos y miradas,
en todo aquello que es mullido y hermoso.

Vive también
en vertederos lejanos,
en lugares sordidos y fríos,
entre las herrumbres,
en dolores y pústulas,
en todo aquello que es sombrío y húmedo.

Lo saben bien los personajes de CSI Las Vegas.

En el episodio 172 (Temporada 8, capítulo 7),
"You kill me",
el técnico de rastros,
Hodges,
plantea un ejercicio imaginario de resolución de crímenes
en el cual las víctimas
son sus compañeros de trabajo.

En la escenificación de uno de ellos,
Hodges explica cómo llega a la sala de autopsias
el cadáver congelado del especialista de laboratorio.

El ayudante médico,
tras la acostumbrada inspección ocular
del cuerpo del colega
que ha de preceder al examen de los órganos internos,
señala con rigor: "No hay signos de agresión sexual".

El doctor Albert Robbins, Chief Medical Examiner,
susurra, aliviado:
"Gracias Dios, por estos pequeños favores".