5 de mayo de 2021

Treblinka a pesar de Madrid


Hoy el previsible resultado de las elecciones en Madrid satura el horizonte. Leo a algunos queridos y conocidos poetas que dudan entre la desesperanza y el "exilio" y otros que aun no se explican lo que ha sucedido. No hace falta más que mirar al resto de Europa o USA: cuando la izquierda política se convierte en simplemente moral (o más bien moralista), cuando abdica de la tarea de la redistribución de la riqueza y el fin de la explotación laboral para centrarse y concentrarse preferentemente en los derechos civiles apelando al sentimentalismo y al populismo, entrega buena parte de sus partidarios al totalitarismo negro; no se puede olvidar de la mayoría y descuidar la dimensión económica de la justicia social.

Quizás en preparación de los tiempos duros que puede que se avecinen, con los extremos polarizados y refractarios a la argumentación y la racionalidad, y un modo de producción y distribución para el que no parece haber alternativa viable a corto plazo, haya que seguir leyendo acerca de lo que ocurrió durante el siglo pasado en Europa y permanecer vigilantes y escépticos ante los cantos de sirena dogmáticos y simplistas que proliferarán y probablemente se intensificarán. 

Parecería que ya todo está escrito y leído pero es de temer que no sea así en absoluto. Un ejemplo: en los numerosos testimonios de las víctimas de la destrucción de los judíos europeos que se han popularizado en las últimas décadas, la necesidad del tratamiento literario parece haberse aliado con la comprensión "industrial" y aséptica del genocidio nacionalsocialista, postergando la crueldad y la brutalidad (violaciones, mutilaciones, torturas, asesinatos feroces...) a la periferia de los acontecimientos: como si el modelo del "tratamiento especial" de los transportes de los judíos húngaros a Auschwitz (frío, mecánico, masivo, pero aparentemente más civilizado y menos salvaje que los fusilamientos en el Este) fuera extensible a todas las facetas del exterminio. Ya Daniel Jonah Goldhagen (Los verdugos voluntarios de Hitler) criticó este desplazamiento del acento que marginaba el odio visceral y la voluntad criminal consciente y conocida, para beneficiar en su lugar la banalidad, el cumplimiento de las órdenes, la burocracia o la irreflexión. 

Las memorias de uno de los escasos supervivientes de Treblinka, Chil Rachjmann, que no vieron la luz hasta después de su muerte en 2004, inciden, como las del Sonderkommando Filip Müller (Tres años en la cámara de gas), en esta experiencia cualitativamente distinta de las que Wiesel, Kertesz o Klüger, han retratado y que se contrapone al escenario "Auschwitz": en Treblinka el asesinato de los judíos se revela mucho más próximo a Ruanda, Armenia, las Cruzadas o las sevicias de la antigüedad, que al crimen fabril y desapasionado, científicamente organizado. Un relato que no concede una pausa, una reflexión, un instante retórico de distanciamiento, embellecimiento o reflexión: casi pura y casi desnuda exposición de hechos, cerca del grado cero de la narración que, en Treblinka, fue grado cero de la atrocidad, un grado casi inimaginable.