En estos días de calurosas fiestas en el barrio de Gràcia, menudean las conversaciones en torno al 15M uno no sabe si porque es el momento de la reflexión o porque ante la deflación mediática que parece haber seguido a su inflación se ha producido un síndrome que precisa alimento.
Se comenta que si el movimiento ha perdido -ahora según algunos- el norte, que si era un síntoma, que si su función era de vanguardia, que si se ha agotado por no entroncar con la tradición de la izquierda que si bla y bla y bla. Incluso alguno ha llegado a decir que un movimiento que se desinfla en vacaciones es un movimiento conservador ¡porque la lucha no admite vacaciones!
Uno asiente a casi todo manteniendo sus dudas que ya expresó hace meses así como sus esperanzas y piensa que, como en el caso del fin del mundo en el poema de Miłosz, los que esperen ver la agonía de un sistema económico en directo con la parafernalia apocalíptica que se le debe suponer quizás no lo vean jamás.
Escribe Milosz:
"CANCIÓN SOBRE EL FIN DEL MUNDO
El día del fin del mundo
La abeja gira encima de la flor de capuchina
El pescador repara una red brillante.
En el mar los delfines saltan alegres,
Los gorriones jóvenes se agarran del canalón
Y la serpiente tiene piel dorada, como la debe tener.
El día del fin del mundo
Las mujeres cruzan el campo bajo las sombrillas,
Un borracho se duerme a la orilla del césped,
En la calle pregonan los verduleros
Y una lancha con vela amarilla llega a la isla,
El son del violín en el aire persiste
Y abre la noche estrellada.
Y quienes esperaban relámpagos y truenos
Están decepcionados.
Y quienes esperaban señales y trompetas de arcángeles
No creen que esté sucediendo ya.
Mientras el sol y la luna están arriba,
Mientras el abejorro visita a la rosa,
Mientras nacen los niños rosados,
Nadie cree que esté sucediendo ya.
Sólo un viejito cano, que hubiera sido profeta,
Pero no es profeta porque tiene otro quehacer,
Dice amarrando los tallos de tomates:
No habrá otro fin del mundo,
No habrá otro fin del mundo."
Sea como sea, la urgencia de la reforma radical del sistema económico y político imperante en las sociedades occidentales que plantea el 15M sigue extendiéndose. Uno de los puntales de esta reforma, la repartición de la riqueza o, para evitar el susto de algunos bienpensantes que la asimilarín al "igualitarismo camboyano", la "fiscalidad estatal razonable", es sostenida incluso por multimillonarios como Warren Buffett que critican la demencial política impositiva que hace que en la mayor parte de Europa y USA las clases medias tributen más fuertemente que las grandes fortunas:
"Mientras la clase baja y media de EEUU lucha por nosotros en Afganistán y mientras la mayoría de los estadounidenses pelea por llegar a fin de mes, nosotros, los megaricos, continuamos obteniendo ventajas fiscales", ha apuntado Buffet.
En el artículo, recogido en su columna 'El oráculo de Omaha', publicada por el diario 'The New York Times', el exitoso empresario ha planteado que los porcentajes fiscales que se aplican sobre los millonarios deben elevarse para poder contribuir a aliviar las cuentas del Estado en estos momentos de crisis y ha dejado entrever que es injusto que un trabajador de a pie pague más impuestos que un rico. "El año pasado pagué solo el 17,4% en impuestos; un porcentaje inferior al que tuvieron que pagar los 20 empleados de mi oficina, cuyo rango abarcó entre el 33% y el 41%, con una media del 36%", añadió el millonario"
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